Todavía vestidos de luto por la desaparición de Richard Widmark, me entero hoy de la muerte de otro grande, posiblemente de uno de los más grandes actores de Hollywood. Al igual que Widmark hizo mejor que nadie de malo-maloso con una inteligencia e inquina pocas veces vista en la historia del cine -recuerda "Kiss of Death"-, Charlton Heston fue el héroe en su más amplia expresión, desde Judá Ben Hur hasta el astronauta Taylor que tenía que sobrevivir en El Planeta de los Simios. Vamos a dejarnos de polémicas, y conservemos a estos dos grandes mitos frescos en nuestra memoria, porque seguramente sean de los pocos que se pueden calificar así. Hollywood ya no es lo que era. ¿Crees que cuando Tom Cruise o Brad Pitt desaparezcan dejarán una huella tan honda en el público? ¿Tiene la culpa internet, el DivX, la piratería o los videojuegos que los mitos se descompongan? Lo cierto y verdad es que estamos asistiendo -aunque nos resistamos a creerlo- a la desmembración y derrumbe de la fábrica de sueños, que ya se ha convertido quizás en fábrica de siestas: ya todo es menos mágico, porque Jack Black no es Charles Chaplin, ni Ben Stiller es Jack Lemmon, y por supuesto Bruce Willis no es John Wayne. Quizás por eso sienta uno tanto pesar cuando desaparecen estos grandes monstruos de la pantalla, por la pena inherente a su muerte, pero también por la pena de sentir que ya nunca podremos ver figuras y mitos como estos. Ojalá no murieran nunca. Ojalá Hollywood siguiera siendo lo que siempre fue. Ojalá
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