Quedé
muy gratamente sorprendido por las pocas pretensiones y funcionalidad de la
anterior película de esta saga, en una especie de perverso (y divertido) juego
de engaños y asesinatos, que parecía sacado de una novela de Agatha Christie, y
que conseguía embriagarte prácticamente desde el inicio hasta el final, y
contando con una versión alterada de un Hércules Poirot también genial y
perspicaz, pero mucho más banal, cercano y eligiendo nada menos que al
mismísimo James Bond (Daniel Craig) para interpretar a Benoit Blanc, el mejor
detective del mundo con su traje de Cheviot.
Si
en la primera parte había un verdadero universo de estrellas de Hollywood
(desde el mismísimo Christopher Plummer a Don Johnson, Jamie Lee Curtis, Chris
Evans o la emergente Ana de Armas (fue ésta la película que le granjeó
definitivamente su ascenso en el cine norteamericano), en la segunda parte Rian
Johnson no se ha quedado corto, ya que tenemos a Edward Norton, Kathryn Hahn,
Ethan Hawke, Kate Hudson o el musculoso Dave Bautista. Otro cóctel explosivo de
personajes (y actores) que ofrece un resultado aún mejor que la primera parte,
con unas indagaciones aún más bizarras (y descacharrantes) del propio Benoit
Blanc (Daniel Craig, desplegando unas dotes cómicas que ya conocíamos, pero que
ahora son verdaderamente desternillantes): un excéntrico multimillonario
propietario de una compañía tecnológica muy valorada en todo el mundo –en un
claro homenaje a Elon Musk- convoca a todos sus amigos a un crucero por el
Mediterráneo, para pasar unos días en su isla privada de Grecia, donde entre
otras muchas (y obscenas) posesiones, tiene a la mismísima Mona Lisa, cedida
por el Louvre. Y lo que podía ser un juego de engaños e intriga sobre la
posibilidad de asesinar al millonario, resulta que empieza a descubrirse el
verdadero bagaje de tan singular personaje, que no es lo que parece ser en
absoluto.
Este
divertido rompecabezas, va evolucionando y cambiando para ajustarse a un
proceso de investigación verdaderamente brillante, y donde los pasos son de lo
más inesperado y van explotando sucesivamente cuando menos lo esperas. El
espectador, por muchas cábalas que haga desde el principio, será prácticamente
imposible que descubra la trama final –aunque todo hay que decirlo, tiene
algunas “trampas” bastante llamativas que no deberían estar-.
No
obstante, es un ejercicio vigoroso e imaginativo de resucitar este tipo de
películas –y personajes- y crear ese especial universo 2.0 de Agatha Christie,
con ese Benoit Blanc, tan inteligente como divertido, cordial y cercano. Igual
que decía anteriormente que Cameron tenía que currárselo muchísimo para hacer
nuevas películas de “Avatar”, Johnson tiene todo un universo por delante para descubrir
muchísimas más investigaciones del mejor detective del mundo.
Era
uno de mis estrenos más esperado en años, ya que la primera parte me pareció
fascinante no sólo a nivel de guión (los humanos no éramos las víctimas de una
invasión extraterrestre, sino que éramos los invasores de un planeta –Pandora-
que colonizábamos de la forma más bestial) sino también a nivel de efectos
especiales, creando un verdadero universo de colores, sensaciones… una
maravilla. Cuál no ha sido mi decepción cuando, para empezar, cuando he ido al
cine…¡me han cobrado las gafas del 3d, cuando antes las regalaban! Es la
primera vez que me ha pasado y me he sentido realmente indignado porque
probablemente si avisaran, pues uno no se gastaría el dinero en una entrada más
cara, y sencillamente se vería en 2d de toda la vida (además, y todo hay que
decirlo) el 3d de “Avatar 2” no es nada del otro mundo, para qué vamos a
engañarnos.
Entrando
ya mosqueado a la sala, habiendo tenido que tragar si o si por comprar las
gafitas (que luego sirven de adorno o pisapapeles en tu casa, ya que no valen
literalmente para nada…), me encuentro con una una repetición casi literal de
la primera parte, con la única diferencia de que ahora en vez de volar, se
trata de nadar y bucear. Y Cameron se ha enamorado demasiado de todos los
colorines y salvapantallas que surgen de ese universo acuático de Pandora. Me
corrijo a mi mismo: el guión es mucho más simplón y sirve únicamente como
pretexto para mostrar cosas (el malo -que sigue vivo!!!!- el bueno, etc.) y los
valores familiares/ecológicos llegan a chirriar bastante. Eso por no mencionar
que dura casi tres horas que se hacen eternas. Por resumir, Cameron ha
intentado plasmar TODA su filmografía en una única película, que tiene cosas de
Abyss, de Aliens (el regreso), de Titanic... y por supuesto de la primera
Avatar.
Ahora
Jake se ha integrado (es decir, su Avatar) en el Planeta Pandora y los Na’vi, y
junto a Neitiri ha formado una bonita familia, enfrentándose además a los
humanos para que dejen de colonizar y esquilmar el precioso planeta Pandora.
Pero resulta que el famoso y malvado coronel de la primera parte, que murió en
el duelo final con la parejita mixta, ahora se ha clonado en un cuerpo Na’vi, y
vuelve para ajustar cuentas, porque resulta que los humanos ya no les interesa
el famoso mineral de la primera parte, sino un fluido que está en unos seres
acuáticos y que cura todas las enfermedades y es el mejor antienvejecimiento
que existe… y claro, Jake, su mujer y sus hijos se van a refugiar en otras
tribus de Pandora, que no se dedican a volar sino a bucear, teniendo su mundo
bajo el agua.
Y
poco más hay que contar, porque todas las imágenes están pensadas para
deslumbrarnos con ese universo submarino, que si, está muy bien… pero a los 20
minutos estamos ya un poquito hasta las narices de las lucecitas –muy propio
haberla estrenado en Navidades, porque todo parece que le han puesto las clásicas
bombillitas multicolores por todos los sitios. Vuelven las batallas entre
humanos y Na’vi (que ahora son acuáticos, y los humanos estarán bien
pertrechados tecnológicamente para adaptarse al medio marino…) y como pasa en
la primera parte, hay un duelo final entre el coronel y Jake. Y esto no es un
spoiler, sino que se ve prácticamente desde los primeros planos de la película.
Como he dicho antes, Cameron se ha enamorado
demasiado de esa preciosa colección de salvapantallas hechos con la IA, y con
la adaptación y captura de movimiento de los actores. Eso sí, el Avatar de Kate
Winslet se parece bastante poco, lo que demuestra la inteligencia de la propia
Winslet para que no se la vincule mucho con esta orgía de muñequitos azules
volando, buceando, nadando y haciendo el tonto. Incluso el protagonista, Sam Worthington, ha dicho que no le queda más
remedio que seguir haciendo películas de Avatar, porque Cameron parece querer
jubilarse al publicarse que aún le quedan la 3 (que se estrenará en 2024), la 4
(2026) y la 5 (2028). O sea, que al modo de Peter Jackson con El Señor de los Anillos,
se está buscando una buena jubilación con las aventuras de Pandora. Lo que
realmente me cuesta imaginar es qué va a contar. Se vuelve a cumplir mi teoría
que a cuantos más guionistas, peor guión: mientras que la primera contaba con
el único de James Cameron, ahora en la segunda parte están James Cameron, Rick
Jaffa, Amanda Silver, sobre una historia de James Cameron, Rick Jaffa, Amanda
Silver, Josh Friedman, Shane Salerno. O sea, unos por otros, y la casa sin
barrer, creando un batiburrillo aburridísimo de más de 3 horas de duración que
resulta ser un verdadero empacho.
Que
Cruise es una de las grandes últimas estrellas "reales" de Hollywood
está fuera de duda: a una
carrera muy comercial se le han unido títulos de
prestigio donde ha demostrado con creces su enorme capacidad como actor, tanto
de comedia como de drama -por citar unos cuantos, "Magnolia", "Collateral"
y el delirio de "Tropic Thunder"…-. Pero hay una serie de papeles
icónicos que le dieron la gran fama a nivel mundial, y el personaje de Pete
Mitchell "Maverick", el protagonista de "Top Gun" es uno de
ellos: un piloto impulsivo, genial, arriesgado, macarra y contestón. Y ahora,
30 años más tarde, ha vuelto.
Pero
si podríamos pensar que la edad lo ha "domesticado", nos hemos
equivocado de parte a parte: porque Maverick sigue tan retador como siempre,
tan insolente y arrogante como siempre, tan talentoso como siempre, solo que
con 60 años. ¡Y vaya 60 años, madre del amor hermoso! Casi parece de la misma
quinta de los chavales a los que ahora tiene que entrenar por orden del
Almirante Kasinksi, su rival "Iceman" en la película original, una
presencia que planea durante toda la película salvándole de los marrones en los
que se mete con los mandos de la marina el protagonista, y que finalmente,
aparece en una emotiva escena donde se reencuentran los antaño rivales, que
ahora son amigos incondicionales.
Aunque
pueda parecer sorprendente, y a pesar de que ya no está la magia de Tony Scott,
el director de "Top Gun", que tenía un refinadísimo estilo visual heredado
de la publicidad, en esta continuación nos encontramos con una película con
mucha mayor entidad por varias razones: la primera es que ya no estamos
hablando de una película eminentemente publicitaria para lavar la imagen del
ejército norteamericano después de Vietnam -recordemos, en la salida de las
salas de los años ochenta del pasado siglo se ponían oficinas de reclutamiento
para los jóvenes…-; la segunda es que el guión está muchísimo más trabajado; la
tercera es que, aunque hay acción a raudales (creo que es la película con las
mejores tomas aéreas de combates jamás hecha en la historia del cine, realmente
apabullante, deja a todo lo visto a niveles infantiles), la clave más utilizada
de toda la historia es la épica, una revisión acertada (y consciente) de toda
la mitología creada con la anterior película -compañerismo, entrega, servicio,
esfuerzo, etc.-. Y todo ello a través de personajes muy reconocibles; y la
tercera -y para rematar- es desligarse de la política -aunque resulta algo
artificial la misión que tienen que hacer en un país remoto que no se
especifica…-.
Pero
yendo a lo que vamos: es una película-espectáculo realmente sobrecogedora, los
planos de aviones te dejan literalmente sin respiración, y el guión, tan
previsible como amable, está bien articulado, sin grandes aspavientos, pero
funcional. Kosinski, que ya dirigió a Cruise en "Oblivion", hace una
película a la medida del protagonista, que además produce (y creo que de alguna
manera, también dirige…). De rondón, se permite jugar un poquito con la
nostalgia de los personajes de la primera parte, tanto por "Goose"
-el compañero de Maverick que fallece en la primera película, ahora retomado
por su hijo, al que el protagonista tiene que entrenar- como por supuesto la
presencia/homenaje permanente a Tom "Iceman" Kazanski (esto es, Val
Kilmer), que a pesar de su grave problema de salud que le impide casi hablar,
ha vuelto para ser determinante en la trama de la película. El resto del
producto final ha sido cuidado con gran esmero, desde una fotografía
impresionante hasta una banda sonora realmente excelente de Hans Zimmer -nada
más y nada menos- y un tema musical de Lady Gaga con las notas exactas para ser
comercial, romántico y melancólico. Eso sí, la presencia de Kelly McGillis ha
sido sustituida por una preciosa Jennifer Connelly que le hace los coros a
Cruise desde un empoderamiento propio de nuestra época.
Está
claro que a la película no se le puede pedir más de lo que da, ya que si nos
ponemos un poquito tikis mikis, se le notan las costuras y hace aguas -quizás
no conecte igual con la juventud actual, quizás Cruise a pesar de su
conservación perfecta no es ya el héroe de acción de antaño, quizás el mensaje
bélico no sea -precisamente ahora- el más adecuado, quizás hay elementos
cuestionables en la película… pero ¿es disfrutable? Desde el primer al último
fotograma. ¿Es una película digna? Mucho más que la mayoría, además añade notas
-como ya dije anteriormente- de épica que supera con mucho el tono más macarra
e intrascendente de la primera parte. Lo dicho, ¡abróchense bien los cinturones
que vamos a despegar, y hay que dejarse llevar!