Desde que hace unos meses le diagnosticaron una terrible enfermedad, uno de los más prolíficos y buenos hacedores de historias de Hollywood luchó con todo el ímpetu que ponía en su vida y en sus películas. Ha sido otra batalla perdida ante el cáncer, pero su legado quedará incólume durante generaciones, porque Sydney Pollack no solo nos ha regalado varias de las mejores películas de la historia del cine ("Memorias de África", "Tootsie", "Ausencia de Malicia", "Tal como éramos"...) sino que además ha marcado a todos los que le conocieron como una persona amable, cercana, profesional y sobre todo Buena (lo pongo así , con B mayúscula, porque en una industria tan cruel e implacable como el cine hay poca gente así, por talento que tengan). Desde Paul Newman a Robert Redford, pasando por Nicole Kidman, Dustin Hoffman, Tom Cruise o George Clooney, todos pasaron por sus manos, demostrando Pollack que era capaz de sacar lo mejor de cada uno. Pero tampoco podemos olvidar su faceta como actor, conformándose en un convincente intérprete -sus últimas colaboraciones en "Michael Clayton" y en "Eyes Wide Shut" así lo demuestran-, ni como productor -"El Talento de Mr. Ripley", "Cold Mountain"-. Nacido en 1934 en una familia de inmigrantes rusos, ganó el oscar a la mejor dirección en 1986, además de la Palma de Oro de Cannes en 1972, Premios BAFTA y así una innumerable sucesión de reconocimientos a una de las mejores carreras de Hollywood, que se resquebraja ante esta terrible pérdida. Todos le lloramos, porque todos le conocimos de alguna manera, desde los más famosos a los más anónimos; nos transmitió su modo de ver el mundo y la vida.
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