La Sociedad General de Autores Españoles, no contenta con haber logrado imponer en nuestro país el canon digital a la copia privada -algo realmente surrealista, no vamos a entrar en discusión a estas alturas...-, ahora ha vuelto a cubrirse de gloria al señalar que los anchos de banda superiores a 3 megas exceden lo que sería "estrictamente necesario" para prestar servicios de voz y datos y que "esos anchos de banda se están usando para la descarga de música y productos audiovisuales". No salgo de mi asombro. Qué desfachatez ¿Pero como pueden decidir sobre los ciudadanos de a pié sobre el ancho de banda que necesitan? ¿Acaso no han oido hablar de muchos canales de televisión via streaming que necesitan ancho de banda? ¿Es que para ellos todo el mundo es un chorizo potencial cuyo único objetivo en la vida es defraudarles? Ya solo faltaba que el Gobierno de España le ceda el control de las operadoras de internet. Apaga y vámonos, como en China, vamos: contenidos capados, ancho de banda limitado... El Presidente del Consejo de Dirección de SGAE, Eduardo Bautista (o más bien Teddy Bautista, cuyo mayor -y prácticamente único- logro artístico fue interpretar a Judas en la versión teatral española de "Jesucristo Superstar", allá por los años setenta...- también dejó claro que para su asociación los proveedores de internet se están lucrando del pirateo. Todo esto parece un pataleo y una negación a lo que inexorablemente viene en el mundo audiovisual: un cambio en el modelo de negocio. Ya no funcionan las estructuras clásicas del cine o la televisión. Nos acercamos a una mutación tecnológica entre web, televisión, cine... o como queramos llamarlo. Y es imposible frenar ese cambio, por mucho que se empeñen algunos y otros no quieran abrir los ojos a lo que ya es una patente realidad. No es cuestión de delinquir pero... ¿Cuanta gente pagaría gustosamente uno o dos euros por bajarte el estreno de la semana en tu propia casa en alta definición, para poder verlo en tu plasma de 50', con tu home cinema y en la tranquilidad de tu salón? ¿Cuánta gente cambiaría esto por pagar casi 7 euros de la entrada del cine, más el aparcamiento del coche, más las palomitas, más el refresco, más aguantar al pesado de turno en el cogote, más...? En fin, la respuesta me resulta más que evidente. No soy economista, pero no hace falta serlo para darse cuenta que la ganancia no está en cobrar mucho a poca gente, sino poco a millones de personas.
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