> Canal de Cine Federico Casado Reina: Tan pretenciosa como aburrida

Tan pretenciosa como aburrida

Duplicity

¿Por qué Gilroy se empeña en intentar demostrarnos que la vida "real" es tan arriesgada como la de los agentes secretos, de los soldados de élite o de los superhéroes? De acuerdo, su debut "Michael Clayton" tenía elementos interesantes y aunque el protagonista no era otra cosa que un simple abogado (de esos que salen miles anualmente de las facultades de derecho, con todos mis respetos...) se ocupaba de algo tan peliagudo como "limpiar" los problemas de los demás. Vale, hasta ahí llego. Incluso también me trago el planteamiento del film: dos exagentes secretos (una de la CIA, el otro del MI6) están permanentemente enfrentados laboral y profesionalmente, en una interminable espiral de engaños y seducción. Pero de eso a los derroteros que toma el film, no me lo trago: ahora resulta que todas las empresas -se dediquen a lo que se dediquen- son unas especies de pequeños estados independientes que tienen soldados, agentes secretos, sistemas de seguridad y ministerios de espionaje y contraespionaje. Hala. Y lo más cachondo del asunto es que tienen el poderío de contratar a exagentes secretos (¿cuánto puede costar contratar a un agente secreto de la CIA y retirarlo?). Echándole unas pocas de tragaderas (y mucha imaginación) entramos en el juego. Y lo que podría haber sido una intersante comedieta romántica, empieza a tornarse pretenciosa y pedante por momentos, llegando a marear con una estructura narrativa que es una verdadera pesadilla: no es que haya flashbacks y flashforwards, no. Es que parece que el director ha cogido el DVD y no para de darle para adelante y para atrás cada diez minutos (empezamos con "hace diez años", luego "hace 5 años", luego "hace un año" y así hasta llegar a los 5 minutos. Pero lo peor es que llegado ahí, sigue saltando otra vez hacia atrás y hacia adelante, llegando a confundir de una manera desesperante). En cuanto a la química entre el guaperas Clive Owens y la cada vez más raquítica y fea (ya lo era, pero con la edad, todavía más) Julia Roberts, sencillamente no existe. Entonces ¿qué nos queda? Pues francamente casi nada: ni historia de amor (que tampoco resulta creíble) ni historia de intrigas/espionaje (que aburre a partir del minuto diez, aproximadamente, sin dejar claro de qué estamos hablando y cómo se solucionará) y lo más lamentable, desaprovechar miserablemente no solo a los protagonistas, sino también a dos secundarios de la talla de Paul Giamatti y Tom Wilkinson. Un completo despropósito para un film que podía haber seguido los pasos de filmes como "Syriana" o "El caso de Bourne", pero que se ha quedado en un vano intento de sentar cátedra para un tipo de cine que no interesa a nadie, porque no es ni chicha, ni limoná.

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