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Genuino sabor americano

Bienvenidos a Zombieland

El cine de zombies es uno de los subgéneros del gore (a su vez, subgénero del terror) que más páginas ha escrito en la historia del cine: desde que George A. Romero destapara el tarro de las esencias hasta nuestros días, hemos visto zombies de todos los colores, tamaños, estilos y orígenes, desde virus extraterrestres a enfermedades genéticas animales, mutaciones, y todo tipo de variaciones en la salud de la población que la convertía en caníbales sin cerebro. Eso sí, los zombies ahora corren. Uno de los elementos terroríficos heredados de los clásicos de la Universal (en concreto, de “La Momia”) era que los zombies no corrían, sino que se acercaban inexorablemente con paso lento pero no ya firme, sino implacable: no había forma de pararlos. Tu podías correr, esconderte, parapetarte (o no…) pero tarde o temprano ten la seguridad que el zombie te cogía. Fijo. Ahora no, ahora los zombies parece que han entrenado muchas horas en una cinta de correr, porque no veas la actividad que tienen… precisamente, ésa es una de las reglas para sobrevivir a una epidemia de estas características, según el film que nos ocupa: tener entrenamiento cardio, para poder correr y escapar de las fauces sanguinolentas de los muertos vivientes. “Zombieland” es una peli interesante, divertida, gamberrra… pero nada original. Ya existe “Zombies Party”, una producción británica de 2004, que aunque el neófito director de “Zombieland” se afane en no compararse, tiene referencias obvias, aunque en esta ocasión, la película tiene como el tabaco, un genuino sabor americano: el protagonista parece haber sido sacado de una de las mil comedias adolescentes tipo “American Pie”, y el otro protagonista, de cualquier película del oeste: estos dos bizarros personajes tienen que sobrevivir, cada uno con sus respectivas técnicas, en un mundo destrozado por una epidemia que genera miles, millones de zombies a cada hora. Por si faltara poco, se encuentran con dos hermanas bastante duras, que también utilizan todas las artes que tienen para salir adelante. Total , que estos cuatro personajes, como si fueran Dorothy en una versión gore de “El Mago de Oz” tienen que irse hasta Hollywood para intentar salvar el pellejo de la mejor forma posible (en el caso de las hermanas, todavía a un destino más extraño, nada más y nada menos que un parque de atracciones, toma ya…). Está claro, la película es una locura, una completa y absurda marcianada que tienes que aceptar desde el minuto uno, porque si no, no tragas el salvaje y surrealista sentido del humor que se transmite de principio a fin (uno de los personajes solo quiere encontrar pastelitos rellenos de crema, uno de los –para él- símbolos de la civilización que se ha perdido y que no se podrá recuperar jamás…). Los ingredientes funcionan, y la cinta tiene un gran ritmo visual, con elementos contemporáneos que funcionan en el tono humorístico que empapa la cinta. De todos los personajes, como no podía ser de otra manera, me quedo con un Woody Harrelson que es casi un alter ego de el Micky de “Asesinos Natos”, solo que en esta ocasión con una justificación para usar el machete, el bate de beisbol, o por supuesto, apretar el gatillo (memorable escena a tiros con un millar de zombies, y Harrelson en plan vaquero, con una pistola a cada mano…). Es un pequeño (y modesto) juguete, que tiene su gracia, pero no se le puede pedir más que cumplir con el entretenimiento del espectador durante hora y media, que no es poco.

TRAILER

3 comentarios:

Carmela dijo...

Está cojonuda!!!

Yolanda dijo...

Muy divertida, me lo pasé Pipa.

Vzqz dijo...

De acuerdo, pero el problema de la película es que se va desinflando en su segunda mitad, para al final no resolver. Pero me reí cantidad con el rollo de las reglas y el cameo de Bill Murray haciendo de él mismo.