- DIRECTOR: Paul Thomas Anderson
- GUIÓN: Paul Thomas Anderson (Novela: Upton Sinclair)
- MÚSICA: Jonny Greenwood
- FOTOGRAFÍA: Robert Elswit
- REPARTO: Daniel Day-Lewis, Paul Dano, Kevin J. O'Connor, Ciaran Hinds.
Cuando uno ve películas como esta, vuelve a creer que el cine está vivo, y que nunca morirá. Este es el clásico ejemplo de Cine con mayúscula, con todo el lirismo y la épica de las grandes películas de la historia. Incluso me atrevería a comparar la narración de esta cinta con la del mismísimo John Ford o Howard Hawks en sus mejores tiempos. Sacado de un famoso best-seller, el film habla de un prospector de pozos petrolíferos a finales del siglo XIX y principios del XX, obsesionado con el éxito. Su búsqueda incansable de petróleo -y por ende, de riquezas- va aumentando enfermizamente su ambición hasta llegar a un envilecimiento casi inhumano. Anderson, que nos ha regalado excelentes películas como "Boogie Nights", la irregular "Magnolia" o la sorprendente "Punch-Drunk-Love", ahora ha sido capaz de dar una verdadera lección magistral de cómo se cuenta una historia. Utilizando una planificación muy inteligente, rompe toda normativa en el lenguaje audiovisual convencional, sacándose de la manga elementos sorprendentes -como planos muy generales con el audio en primer término de los personajes, o composiciones sacadas de la iconografía propia de los cómics, sin olvidar las panorámicas sobrecogedoras de las áridas superficies californianas, ni la bizarra y magnífica simbiosis de una originalísima banda sonora- la película engancha de principio a fin, y ya se ha convertido en uno de las cintas más importantes de la reciente historia del cine. Eso, claro, por no hablar de su protagonista, un Daniel Day-Lewis en completo estado de gracia, con una capacidad abrumadora de registros, y con momentos que merecen pasar a la posteridad. "Pozos de ambición" es una verdadera maravilla, imprescincible desde ya.
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