- DIRECTOR: Tamara Jenkins
- GUIÓN: Tamara Jenkins
- MÚSICA: Stephen Trask
- FOTOGRAFÍA: W. Mott Hupfel III
- REPARTO: Philip Seymour Hoffman, Laura Linney, Philip Bosco, Peter Friedman, Gbenga Akinnagbe, Cara Seymour
El segundo largometraje de Tamara Jenkins, tras realizar una serie de cortometrajes muy interesantes -como "Family Remains" o "Choices: the good, the bad and the ugly"- es tan estremecedor como entrañable; tocando el tema de las relaciones familiares -como ha hecho en toda su obra-, "La familia Savages" habla de un padre que comienza un proceso de deterioro mental y físico, y de cómo sus dos hijos -una neurótica autora de teatro y un amargado profesor universitario- intentan ayudarle en su recién estrenada demencia senil. Narrada con agilidad, el film alcanza un gran tono dramático con situaciones muy reconocibles de la sociedad actual, que en muchos casos supedita el bienestar personal a cualquier otra consideración familiar o emocional, por no hablar del condicionante económico -que también suele estar muy por encima de los seres humanos y sus sentimientos-. Este ácido y cruel estudio sociológico culmina con una luz de esperanza, en la que sus protagonistas intentan aceptar el inevitable devenir de la existencia, luchando por hacer realidad sus propios deseos. La influencia familiar y la reflexión sobre la propia historia personal de cada uno está presente en cada plano del film, que además tiene la habilidad de mostrar todas las posturas posibles ante una infancia traumática, y sus consecuencias en la edad adulta. De gran capacidad emotiva, el único problema de la historia es el ritmo, que en muchas ocasiones decae ostensiblemente haciendo algo lenta la narración. No obstante, el monumental nivel actoral de sus dos protagonistas deslumbra en todo momento; aunque ya sabía de las excelencias de Phillip Seymour Hoffman (indudablemente, uno de los mejores actores del momento, capaz de acometer cualquier papel), me ha sorpendido mucho ver el gran salto cualitativo de Laura Linney, hasta ahora imbuida en papeles secundarios sin mucha importancia (a excepción quizás del realizado en "Mystic River") y que ahora es una de las mejores presencias de toda la película. La directora también se permite el lujo de ironizar con un lenguaje visual muy hiriente, utilizando metáforas de lo más original -como el grupo de majorettes compuesto por mujeres de 70 años- reflejando muy bien el trasfondo de la sociedad norteamericana, que enarbola la individualidad como elemento de independencia, pero que en el fondo no es más que una postura de feroz egoísmo. Aunque no veo justificada su nominación al Oscar al mejor guión original, si que me parece injusto que Laura Linney no haya ganado este galardón por la que estaba nominada.
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