> Canal de Cine Federico Casado Reina: Aproximaciones sucesivas

Aproximaciones sucesivas

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El viaje en el tiempo es una de las piedras de toque del género fantástico, que generalmente suele funcionar muy bien. Más allá de naves espaciales, clones diabólicos o cyborgs asesinos, éste es un argumento muy lustroso que tampoco necesita una producción esplendorosa -a no ser que hablemos de una recreación del futuro o del pasado con todo lujo de detalles-. Cuando George Pal adaptó a H.G. Wells en 1960 con "El tiempo en sus manos", muchos aficionados disfrutamos de la prospección de futuro y empezamos a tener contacto con lo que llamamos "la paradoja temporal", que luego fue grandemente explotada por Robert Zemeckis y su saga de "Regreso al futuro", pero no fue hasta que Harold Ramis pusiera a Bill Murray en verdaderos aprietos en "Atrapado en el tiempo" cuando se le pudo sacar todo el partido a este nudo argumental, que además de brillante argumentalmente, era bastante contenido de producción (basta con rodar la misma escena cinco o seis veces, para tener todas las alternativas temporales de un suceso). La única diferencia de este film y el que nos ocupa, es que en esta ocasión no se cuenta una comedia romántica -con todos los elementos del género-, sino un "thriller" en toda regla: un capitán del ejército norteamericano es enviado 8 minutos al pasado para intentar evitar un ataque terrorista en un vagón de tren. Pero en esta ocasión no es enviado físicamente, sino que es su mente la que volverá al cuerpo de otra persona para descubrir dónde está el artefacto, quién lo puso y cómo desactivarlo. Tras haber dirigido "Moon" con todos los honores, el hijo de David Bowie, Duncan Jones, ha entrado por la puerta grande en el "stablishment" de Hollywood, con un film de gran presupuesto (en realidad, más bien aprovechado que abundante...) y un "blockbuster" en toda regla, incluida la estrellaza de turno para recaudar aún más (Jake Gyllenhall). El único problema de este film, salvable por la hipnótica realización, el bien trazado ritmo narrativo y la utilización de todos los recursos, es el pacto que se le exige al espectador desde el comienzo. Si uno de los elementos de la historia que se repite una y otra vez es que al capitán del ejército no se le informa exactamente de lo que en realidad está pasando -dándole solo lo que el ejército considera "información relevante"- es exactamente lo que sucede con el espectador, que no termina de saber en ningún momento qué es exactamente ese "código fuente", cómo funciona, qué sucede al manipularlo y qué es capaz de hacer. Esa falta de concretar el argumento termina por desesperar un poco a lo largo de todo el metraje (especialmente en el tramo final) y se está a un punto de romper con la buena tónica general de la historia, pero a la postre, el tercer acto funciona, como también lo hace el nivel interpretativo, demostrando la gran capacidad de Jones a la hora de aprovechar cada uno de los registro de sus actores, como ya hizo con Rockwell en "Moon" y como ahora hace con Gyllenhall, Monaghan (siempre deliciosamente encantadora) y la hierática Vera Farmiga. Aunque hay momentos en los que sospechamos y casi adivinamos el contenido completo del puzzle y se debería haber fraccionado mucho más la información para tener al público en vilo -es crucial ir descubriendo las cosas un segundo (¡¡solo un segundo!!) antes que el protagonista, so pena de caer en el aburrimiento por conocer qué es lo que va a pasar en la escala temporal de la historia...-. Pero hay que reconocer que el guión de Billy Ray y Ben Ripley es brillante, aunque se haya utilizado el recurso de "Atrapado en el tiempo" a la hora de vivir una y otra vez el mismo suceso temporal e ir intentando cambiarlo por aproximaciones sucesivas. Quizás el mensaje contra las estructuras militares esté un poco fuera de lugar, y se echa en falta un toque más optimista -e incluso épico- de la historia, pero a la postre, todo funciona y es una cinta inesperadamente brillante para los productos que terminan por funcionar como taquillazo en las pantallas norteamericanas -y de todo el mundo-. El inteligente giro argumental que tiene lugar desde la mitad de la historia, y en la que el protagonista se empieza a implicar emocionalmente con la situación temporal con la que está ordenado a solucionar, y la empatía que genera con la directora de la misión militar, es un elemento que le da al film el empuje suficiente como para no perder el interés, consiguiendo a la postre una cinta muy recomendable, y aún con alguna falta de ritmo, realmente es una de las mejores opciones de la actual cartelera.

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