Diana
Director: Oliver Hirschbiegel
Guión: Steven Jeffreys
Música: Keefus Ciancia, David Holmes
Fotografía: Rainer Klausmann
Reparto: Naomi Watts, Naveen Andrews, Cas Anvar, Geraldine James, Charles Edwards, Michael Byrne, Douglas Hodge, Laurence Belcher
Tampoco es que me interese demasiado la vida de la monarquía inglesa, pero tenía cierto morbo por ver la película. Más que nada, porque Naomi Watts me parece una actriz excelente y por qué no decirlo, por la sorpresa que me llevé al ver la transformación física de la protagonista en el cartel de la película. Todo ello con el marchamo de Oliver Hirschbiegel, un cineasta sólido que nos ha ofrecido la brillante teleserie "Los Borgia" y que también realizó la fascinante "El Hundimiento". Pero todas estas expectativas se vinieron abajo cuando me encontré con una de las películas más sosas, poco interesantes y aburridas que he visto en mucho tiempo. Y no es por el personaje, sino simplemente por la inesperada pobreza narrativa y argumental de la película.
Guión: Steven Jeffreys
Música: Keefus Ciancia, David Holmes
Fotografía: Rainer Klausmann
Reparto: Naomi Watts, Naveen Andrews, Cas Anvar, Geraldine James, Charles Edwards, Michael Byrne, Douglas Hodge, Laurence Belcher
Tampoco es que me interese demasiado la vida de la monarquía inglesa, pero tenía cierto morbo por ver la película. Más que nada, porque Naomi Watts me parece una actriz excelente y por qué no decirlo, por la sorpresa que me llevé al ver la transformación física de la protagonista en el cartel de la película. Todo ello con el marchamo de Oliver Hirschbiegel, un cineasta sólido que nos ha ofrecido la brillante teleserie "Los Borgia" y que también realizó la fascinante "El Hundimiento". Pero todas estas expectativas se vinieron abajo cuando me encontré con una de las películas más sosas, poco interesantes y aburridas que he visto en mucho tiempo. Y no es por el personaje, sino simplemente por la inesperada pobreza narrativa y argumental de la película.
Se supone que la princesa Diana de Gales lo tenía todo en la vida para ser feliz, pero esa supuesta perfección no era más que una máscara para ocultar la profunda desdicha de un personaje en constante búsqueda de su identidad. Eso es lo que precisamente esperaba encontrarme, la lucha de alguien para conseguir su propia identidad, su propio lugar en el mundo... y en vez de eso me encuentro con una nada creíble relación sentimental entre la mujer más famosa del mundo y un cirujano paquistaní, el acoso mediático que sufrieron ambos en su romance, el tira y afloja de Diana para volver a conseguirlo dándole celos con un millonario... vamos, lo que ya conocíamos hasta el hartazgo.
Normalmente las biografías suelen ser por definición aburridas. Y lo suelen ser por un motivo evidente: por muy fascinantes que sean las vidas reales de los personajes más importantes, hay momentos de aburrimiento, de "normalidad", que es precisamente lo que no interesa en una película; es además una trampa mortal, porque si los eliminas del guión, estás traicionando a la historia. Y si no los eliminas, aburres al público. Por eso tenía cierta esperanza, ya que narrar los últimos días en la vida de Hitler -como hizo este director en "El hundimiento"- no es tarea fácil. Parecía entonces que era el idóneo director para llevar a la gran pantalla la supuesta apasionante vida de Diana, con sus luces y lo que es más importante, con sus sombras. Pero aquí de luces pocas y de sombra (o más bien, de oscuridad) todo.
Algo que también me ha resultado insultante es que me han engañado como a un chino con la transformación física de Naomi Watts, que no ha sido tal: han cogido un programa de retoque de imagen, han hecho un peinado, han copiado un gesto... y han hecho un cartel. Fin. Hasta ahí todo el parecido con el personaje real y la actriz que la interpreta. Bueno, eso y que las dos son rubias, porque lo demás no resulta nada creíble. Cualquier actriz habría sido más parecida en cuanto a expresión, movimiento, gesticulación... hasta en ropa y peluquería vamos. Lo cual me hace creer que Hirschbiegel ha resbalado hasta el fondo con Naomi Watts a la hora de dirigirla, y no deja de parecerme sorprendente cuando ha encajado perfectamente a Jeremy Irons como el Papa Borgia y a Bruno Ganz como Hitler. Claro que también deberíamos recordar su infame "remake" de "La invasión de los ladrones de cuerpos", con probablemente las dos peores interpretaciones que Daniel Craig y Nicole Kidman hayan hecho jamás en sus respectivas carreras.
Poco más hay que decir de un film de clara vocación televisiva, con muy poco fuelle, que aburre casi desde el principio y que no tiene casi interés ni siquiera para los aficionados a la prensa rosa (o amarilla, según se mire).
TRAILER
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