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El Lobo de Wall Street: Sobredosis de Scorsese


El Lobo de Wall Street

Director: Martin Scorsese
Guión: Terence Winter (Libro: Jordan Belfort)
Música: Howard Shore
Fotografía: Rodrigo Prieto
Reparto: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Matthew McConaughey, Jean Dujardin, Kyle Chandler, Rob Reiner, Jon Bernthal, Jon Favreau, Ethan Suplee, Margot Robbie, Cristin Milioti, Katarina Cas, Joanna Lumley, Spike Jonze

Y volvemos a la historia de Norteamérica con los famosos casos de Wall Street de los 90, fortunas que eran amasadas y perdidas en la bolsa con muchísima facilidad y ningunos escrúpulos. Esos "yuppis" (ahora la mayoría entre rejas y que prometían a sus clientes hacerse millonarios con la bolsa...) de los que también hemos tenido grandes raciones en las producciones de Hollywood, vuelven para mostrarnos en modo de moralina que los excesos se pagan. Eso es quizás lo que más me moleste de ésta película, y que ya planeaba en otras visiones biográficas que ya ha realizado este director de la mano de Nicolas Pileggi: si eres malo, no respetas la ley y eres capaz de todo con ganar, al final no te saldrás con la tuya.

El film se basa en la biografía de un broker de Wall Street que en plena efervescencia de los 90 se hizo multimillonario a base de estafar a sus clientes vendiéndoles acciones de pequeñas compañías de escaso valor con las que sus inversores jamás recuperarían su dinero... pero que le reportaban millones en comisiones. Te suena ¿verdad? Pues claro, viene a ser lo mismo -con algunas modificaciones financieras, que a la postre son irrelevantes- que "Wall Street", uno de los mejores filmes de Oliver Stone que también giraba sobre la ambición y sobre hacerse rico a costa de lo que fuera. Pero Scorsese, que es un verdadero genio como realizador, ha dotado a la historia del clásico formato que ya usó en "Casino" y "Uno de los Nuestros", con exuberantes movimientos de cámara, voz en off, narrativa en primera persona a la cámara y una serie de recursos estilísticos realmente divertidos (como el empleo de determinadas canciones en las secuencias más inesperadas, dando un toque bizarro).

Todo eso por no hablar de la genial interpretación de Leonardo DiCaprio, alguien que alucinó con la biografía de Jordan Belfort y que ha estado peleando desde hace años para conseguir producir la película con Scorsese. Está que se sale, y todos los premios que le han dado están justificados. Seguramente también le darán el Oscar, porque realmente se lo merece. Y no está genial solo él, sino todo reparto del film, en estado de gracia y con una dirección de actores magistral.

Pero tres horas son demasiadas horas. Demasiado tiempo viendo a Scorsese hacer florituras con la cámara, a DiCaprio regodeándose en drogas, sexo y lujo, a sus compinches forrándose a costa de los incautos inversores, al FBI intentando pillarlo por todos los medios... Repito, si cambiáramos en la ecuación el mundo de las acciones y la bolsa de Wall Street por la mafia, tendríamos exactamente "Uno de los nuestros". De principio a fin. Momentos divertidos, secuencias que te dejan impactado, auténticos desmadres ocasionados por el lujo... ¡incluso un amigo del protagonista que es tan divertido como peligroso y desastre! Por eso es más de lo mismo, una verdadera borrachera de algo que ya conocíamos, con un casi calcado desarrollo argumental y con una previsible bajada a los infiernos del protagonista que le hace darse cuenta de cuál es el mundo real.

Por otra parte, y aunque haya momentos desternillantes a lo largo de la película -especialmente divertidos son los del viaje a Suiza y la llamada al detective privado desde el club de campo, con el posterior viaje en coche hasta la casa del protagonista...- encajar a esta película como una comedia sin más, me parece algo descabellado (lo digo más que nada porque en los Globos de Oro DiCaprio se ha llevado el premio al mejor actor de comedia). A pesar del delirio que vemos en el film y que llega a niveles aberrantes, a pesar de que hay personajes tan estrambóticos como Max, el padre del protagonista o Donnie, el mejor amigo de Jordan y vicepresidente de su empresa... se te congela la sonrisa mientras estás viendo la completa falta de escrúpulos de unas personas para las que la ambición era el único motor de su vida. Y punto.

Scorsese, en su genial concepción visual, añade momentos puramente televisivos que definen publicitariamente varios elementos de la historia con gran brillantez, consiguiendo en muchos casos arrancarnos verdaderas carcajadas por lo original de la narrativa, pero a la postre, la película es una repetición, versión Wall Street, de "Uno de los nuestros", con un personaje protagonista que prácticamente no evoluciona ni cambia, y al que vemos caer en picado irremisiblemente desde el minuto uno. No hay sorpresa alguna, y ese regusto moralizante me resultó empalagoso. Prefiero en este sentido (y en otros muchos más) el planteamiento que hizo Oliver Stone, donde los lobos eran lobos de verdad, y los corderos lo eran hasta el final.

TRAILER

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