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El niño: Demasiadas referencias, demasiados pactos...

El niño
Director: Daniel Monzón
Guión: Daniel Monzón, Jorge Guerricaechevarría
Música: Roque Baños
Fotografía: Carles Gusi
Reparto: Luis Tosar, Jesús Castro, Eduard Fernández, Sergi López, Bárbara Lennie, Ian McShane, Luis Motilla, Jesús Carroza, Moussa Maaskri, Meriem Bachir

Después de haber hecho críticas de cine durante muchos años, uno desarrolla un cierto olfato que desgraciadamente, rara vez se equivoca. Y en esta ocasión tampoco lo ha hecho, muy a mi pesar; más que nada porque Daniel Monzón –que también ha sido crítico de cine durante muchos años y con el que coincidí en varios festivales de cine…- es un brillante guionista y un talentoso realizador, como ha demostrado en películas como “Celda 211” y la nunca lo suficientemente ponderada “El robo más grande jamás contado”. Ha sido capaz de revitalizar los cánones clásicos de varios géneros cinematográficos para filtrarnos en la producción de cine español y darnos esas auténticas perlas.

Sobre el papel, todo parecía más que correcto: gran producción de uno de los gigantes audiovisuales de este país (esto es, Telecinco, o sea Mediaset…) varios de los mejores actores de nuestro país en el reparto (Eduard Fernández, Sergi López y por supuesto, el inconmensurable Luis Tosar…), la ayuda en el guión del lúcido Jorge Guerricaechevarría… pero el caso es que a mí me daba un tufo regular. Me explico: habiendo producido precisamente Mediaset la serie “El Príncipe” hace muy, muy poquito tiempo… ¿se añadirá algo nuevo? ¿Tendrá la historia de un aspirante a narcotraficante, por guapo que sea, la suficiente garra como para sostener una película de estas dimensiones? ¿Será el nuevo descubrimiento de la actuación española además de guapo, sencillamente buen actor?

Vayamos por partes: está claro que se nota cada euro que se ha invertido en la película –algo así como seis millones de euros, que para una producción española no está nada mal, pero para lo que quiere parecerse, esto es, una producción norteamericana de acción es lo que viene a costar el catering de la segunda unidad…- e incluso podríamos decir que gracias a la gran capacidad de Monzón ha quedado de lo más lustroso, pareciendo que costara tres o cuatro veces más del presupuesto, tal y como le comentaron en el mercado de Cannes. Vale. Pero no exageremos: este tipo de persecuciones, helicópteros, coches, lanchas, etcétera estamos hartitos de verlo no ya en películas –que también, y desde los años setenta, repásate por ejemplo “French Connection”, que vas a flipar…- sino en muchas, muchísimas series de Televisión –y no de ahora, sino de los ochenta del pasado siglo, con la referencia de “Corrupción en Miami”, y más recientemente, “The Wire”-. Si, están bien hechas, bien rodadas… pero no aportan nada. Ya lo hemos visto.
Por otra parte, en la película hablamos de un joven de bajos fondos, que aunque es bueno, tiene que hacerse delincuente para poder sobrevivir: otro tópico que hemos visto en cientos de miles de películas desde los inicios de la historia del cine. Y la historia de amor correspondiente, que también estamos hasta las narices de verla. Y ya que hablamos del guión, otro elemento supuestamente novedoso, el del policía que no para hasta conseguir su objetivo…esto ¿es que nadie recuerda a Tommy Lee Jones en “El Fugitivo” y en la siguiente “U.S. Marshalls”, por poner sólo un ejemplo? (y podríamos seguir con Mickey Rourke en “Manhattan Sur”, y así un larguíiiisimo etcétera). O sea, que si estamos hablando de un thriller policíaco con historia de amor… pues lo dicho, estamos hasta las trancas de verlos, tanto en cine como en televisión.

El guión, que no está mal escrito y tiene su aquel, peca de una gran indefinición: navega entre el “thriller” policíaco, pero a ratos se convierte en un culebrón romántico inter racial entre un español y una marroquí (y sí, es inevitable la comparación con “El Príncipe”, con la diferencia que -¡¡fíjate lo que te digo!!- Alex González e Hiba Abouk son actores profesionales y los protagonistas de “El niño”, Jesús Castro y Mariam Bachir  no lo son y tuvieron que estar un año ensayando y aprendiendo para hacer la película…) y otras tantas veces en una comedieta de coleguis al más puro estilo de los setenta. Al final esta mescolanza resulta algo chocante, por no decir tan bizarra, que sencillamente no funciona: tiene momentos brillantes –sobre todo cuando hay profesionales de la interpretación en ellos, o cuando los protagonistas (eso sí, guapísimos…) no hablan-; pero otros tantos resultan de auténtica vergüenza ajena.
Y llega el remate de los tomates, algo que no me podía creer: por Dios bendito, ¿Cómo pueden coger a un chavalito para protagonista de una película de gran producción –en nuestro mercado, insisto…- por guapo que sea… SI NO ES ACTOR!!!! De acuerdo, tiene unos ojos preciosos pero no interpreta, no declama…y eso por no hablar del cerradísimo y –me temo- que incomprensible acento gaditano. Ojo, soy andaluz, no nos equivoquemos; pero antes que los acentos, hay que hacer comprensible la dicción y la declamación “unificando” el lenguaje a un castellano neutro –es una convención más del cine, tanto español como de la nacionalidad que sea…-. Por ello lanzarse a una gran producción y poner a un fenómeno de la actuación como Luis Tosar… al lado de un completo principiante que ni siquiera podríamos decir que es actor, me parece ya no solo temerario, sino suicida. Sobre todo porque no es para hacer una película, sino un programa de televisión para que las niñas vean lo guapito que es el chico. Pero poco más.

Por eso digo que hay demasiadas referencias y demasiados pactos para ver esta película: ya nos sabemos la historia de memoria, y la única originalidad es que se desarrolle en el estrecho de Gibraltar, entre España y África. También hay demasiadas licencias: tenemos que creernos obligatoriamente a los personajes, cuando no han interpretado en su vida. Si, el invento ha funcionado con Rubén Cortada –ya que hemos hablado de “El Príncipe”, sigamos…-, pero ¡¡porque Cortada es buen actor pero Jesús Castro no lo es, por guapo que sea!!! Estoy seguro que como modelo se lo rifarán, por su juventud, su fotogenia, su cuerpo, sus ojos… pero eso no es un actor. Alguien, en un alarde de incomprensible osadía, ha llegado a comparar los ojos de Castro con los de Paul Newman… ante tamaño sacrilegio, uno no tiene por menos que troncharse de risa, porque los ojos de Newman, además de ser de un azul cobalto mareante, eran capaz de expresar y transmitir un repertorio de emociones que muy pocos actores –vivos o muertos- de la historia del cine hayan podido alcanzar.
Debido a esa indefinición –una película que no se sabe bien como vender… ¿para adolescentes, porque el prota es guapito? ¿Para público medio, porque es de acción? ¿Para cinéfilos, porque es un “thriller” clásico? En fin, un revoltillo que tiene sus luces, pero las más, muchas sombras que desgraciadamente, se hacen patentes a partir de la primera media hora, cuando “El niño” toma el protagonismo.  
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