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Mad Max (Furia en la Carretera): Cuánto Polvo...

Mad Max: Furia en la Carretera
Director: George Miller
Guión: Nick Lathouris, Brendan McCarthy, George Miller
Música: Junkie XL
Fotografía: John Seale
Reparto: Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne, Zoë Kravitz, Angus Sampson, Rosie Huntington-Whiteley, Riley Keough, Nathan Jones, Abbey Lee, Josh Helman, Courtney Eaton

Antes que nada, vamos a situarnos, porque probablemente muchos estén (como yo lo estaba) perdidos: esto no es un reinicio (o reboot, ahora tan de moda…), ni es una continuación de la saga Mad Max. Más bien, es un “remake” (o sea, una nueva versión) de la segunda y tercera parte de la saga, todo condensado, y más tendente a la segunda parte (la de 1981), en la que tras una Apocalipsis (nos lo explican con UNA sola imagen y diálogos en “off”) el mundo se ha ido a hacer puñetas y lo que queda de la humanidad se ha reinventado en una especie de barbarie absoluta en la que la selección natural se ha perpetrado de manera viciosa, obscena y brutal, hasta el extremo de la locura. O mejor dicho: en la locura más absoluta. Lo que ha pasado antes, ya no importa. Ahora solo se trata de sobrevivir. Como sea.
Ahí es donde está nuestro héroe, Max un ex policía (que lo sabemos por lo que nos cuenta en los primeros minutos de proyección) y que intenta salir adelante entre ese caos completo donde únicamente hay polvo, necesidad, violencia, sangre y más polvo. Muchísimo polvo, del que no te deja respirar. Igual que pasaba en la segunda parte –desde mi punto de vista, la mejor de la saga, incluyendo la que nos ocupa, y que ha aguantado perfectamente el paso del tiempo- hay un cruel dictador que mantiene esclavizada a buena parte de la población en una estructura social completamente desquiciada, y resulta que una de sus lugartenientes le traiciona robándole las concubinas, siendo ayudada por nuestro héroe…
Hay que reconocerlo: la película está inmaculadamente realizada, con una dirección esplendorosa, una dirección artística deslumbrante –es increíble la reinterpretación de la civilización, desde las nodrizas produciendo leche como vacas para alimentar a las élites, o los soldados “media-vida” que, casi cadáveres, sólo sirven para luchar como “carne de cañón”- un montaje que no te deja despegar la visión de la pantalla, una coreografía de acción que deja en pañales a todo el cine de acción de los últimos 30 años… todo impresionante.
Pero desde mi punto de vista, hay dos grandes problemas. A pesar del disfrute inherente de esta sobredosis de violencia, salvajismo, y polvo, mucho polvo (insisto, qué de polvo, Dios mio!!!): 1) ¿Realmente hace falta una versión con esteroides de la segunda parte de la saga, esto es “Mad Max, el guerrero de la carretera” de 1981? (porque no nos engañemos, cambiando los nombrecitos, y la pequeña trama-pretexto de ambas para mostrar la acción frenética ES LA MISMA PELÍCULA, sólo que ahora con mucha más producción) y 2) Por muy bien que está rodada, montada, coreografiada y planteada… es un subidón tan, tan grande que te deja absolutamente exhausto a partir de los primeros 45 minutos, porque cada poco tiempo explota algo, todo se vuelve más peligroso, más dramático, más salvaje, más cruel, más sangriento… y con más polvo. Desde mi modesto parecer, y siendo un amante del cine de acción, es necesario que todas las películas de acción te dejen tomar un respiro de vez en cuando, cosa que no sucede con esta película, que parece que te montes literalmente en el camión, y ya es un no parar hasta el final.
No obstante, la postura de Miller me parece de lo más inteligente: sabe perfectamente qué tipo de público es la que llena las salas, y somos pocos los nostálgicos que aún recordamos el estreno en 1981 de esta segunda parte, así que si funcionó en los ochenta ¿Por qué no iba a funcionar ahora, si le metemos algo más de salvajismo, un diseño de producción digno del videojuego más punk y sanguinario, y damos toda la caña del mundo con coches que serían el delirio de cualquier gamer del Gran Theft Auto? Pues ya está, encima le ponemos a la guapísima Charlize Theron –que está genial, siendo la columna vertebral de la película (incluso aún no comprendo por qué se llama “Mad Max”, cuando ella es la auténtica protagonista)- y a Tom Hardy (que el pobre le ha tocado llevar la máscara de Bane en la de Batman de Nolan, y ahora se lleva casi otra media película con otro bozal con el que no se le distingue casi…) y vamos que nos vamos, a hacer taquilla, que tampoco hay que ponerse exquisitos.
Por lo menos es mucho más honesto que otras producciones que centran todo el grueso de efectos visuales en los ordenadores y en muñequitos generados artificialmente (ejem, prefiero mirar para otro lado con Marvel/Disney y sus Vengadores…) y ahora nos ofrecen acción de verdad, como una especie de un Cirque Du Soleil bizarro, corrompido, putrefacto… y con mucho polvo.
Lo primero que hice cuando salí de la sala es beberme un litro de agua, porque vaya sed… cuánto polvo.
 
TRAILER


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