Wonder Woman
Allan Heinberg (Historia: Zack Snyder, Allan Heinberg, Jason Fuchs; Personajes: William M. Marston)
Rupert Gregson-Williams
Matthew Jensen
No quiero ponerme especialmente sesudo, pero no hay que pensar mucho para darse cuenta que todos los superhéroes del cómic no son más que una trasposición moderna de la mitología de toda la vida: desde la helénica, hasta la romana, y por supuesto, la judeo cristiana. Personajes que poseen una fuerza más allá de lo humano, que controlan el agua, el fuego, el aire, que son capaces de volar... cosas que ya hicieron hace siglos Zeus, Hércules, Apolo, Hermes, Hefesto, Júpiter, Jesucristo. Tanto DC como Marvel han generado a toda esta galería de superhéroes "humanizando" lo más posible lo sobrenatural, como precisamente hacía la mitología grecorromana, haciendo que los dioses tuvieran pasiones humanas, aunque estuvieran separados de las limitaciones físicas (y normales) de cualquier persona.
Por eso no es de extrañar que si en Marvel una auténtica divinidad nórdica del Valhalla forme parte de su plantilla -y de los Vengadores- (Thor, el Dios del Trueno, nada más y nada menos, el hijo mismo de Odín, el padre de los dioses...), en DC sea una hija de Zeus y de Hipólita, reina de las amazonas, un miembro destacado del supergrupo llamado La liga de la Justicia.
Este personaje -igual que Zatanna o el Capitán Marvel (versión DC)-, está más cerca de la mística que de la ciencia, ya que Supermán pertenece a una raza extraterrestre y sus poderes se deben a una radiación especial, Batman en realidad no tiene poderes pero tiene una gran inteligencia que le consigue aparatos, estategias, Flash sufrió un accidente de laboratorio que le dio supervelocidad y Linterna Verde heredó sus poderes de una raza extraterrestre que le dio un anillo capaz de materializar su propia voluntad.
Porque aquí, hablamos de magia señores. Hablamos del Olimpo, de Zeus, de su hijo el malvado Ares, Dios de la Guerra, y de la creación de una raza de guardianas de la paz, las Amazonas, que son aguerridas defensoras de la humanidad con poderes increíbles. Y esto, o te lo crees, o mejor que te salgas de la sala, porque es lo que hay. Claro que si te puedes creer que un hombre vuele, lance rayos por los ojos, vea a través de las cosas o corra a supervelocidad ¿por qué no que una mujer superpoderosa esquive balas con sus muñequeras, salte tres kilómetros de una vez o tenga un lazo mágico ante el que no se puede mentir? El problema de este "pacto" argumental que el espectador tiene que hacer para entrar en la historia, es que hay una serie de fisuras -¿son las amazonas inmortales? ¿por qué si reciben un balazo, mueren? ¿no envejecen?...- que en algunos casos pueden hacernos sentir incómodos, sobre todo porque hay cierta incongruencia. Pero si conseguimos obviar estos pequeños detalles y nos dejamos meter en la historia, nos encontramos con una película muy disfrutable, preciosa y con un tono épico que funciona la mar de bien.
En la paradisiaca isla de Temiscira, las amazonas no dejan de entrenarse como feroces guerreras. Entre ellas, Diana, la hija de la reina Hipólita está deseando aprender a luchar, pero su madre intenta por todos los medios que se olvide de cualquier contienda, a pesar de que todas han nacido para defender al hombre de la violencia y el mal. Pero cuando un piloto norteamericano en mitad de la Primera Guerra Mundial llega hasta la costa de la Isla huyendo del ejército alemán, las amazonas no tendrán más remedio que involucrarse, mandando a la propia Diana a frenar esta Guerra...
Con este sugerente planteamiento, que encaja con cierta premisa argumental que ya vimos en "Batman Vs. Supermán", y que seguiremos encajando en la próxima "La Liga de la Justicia", veremos a Wonder Woman -o lo que es lo mismo, a la princesa Diana de Temiscira- desarrollándose como heroína, desplegando todas sus habilidades suprahumanas para defender el bien, la justicia y la bondad. Si Supermán viene de Krypton, Diana viene de la mitología griega, y si nos creemos uno, pues ¿por qué no vamos a creernos a la otra?
Creo que ha sido un gran acierto contar con Patty Jenkins en la dirección, porque ha dotado a la película de una personalidad propia, respetando el peculiar tono que Warner (y Zack Snyder) ha impreso a esta cadena de adaptaciones de los personajes de la DC; manteniendo el tono oscuro, se han incluido unas pinceladas humorísticas muy bien ubicadas, así como un desarrollo del personaje principal, al que se dota de cierta humanidad. Porque, no nos engañemos, la Wonder Woman de DC -creada por William M. Marston- siempre fue un personaje de segunda, comparado con Supermán o Batman. Eso sí, desde que se integró en La liga de la Justicia, ganó bastantes puntos. Pero en cine, habiendo llegado justo después de Supermán y Batman, el guión escrito por Allan Heinberg sobre una historia de Zack Snyder, Allan Heinberg y Jason Fuchs, no está nada mal. Y también merece la pena destacar la banda sonora creada por Rupert Gregson-Williams, especialmente el tema principal, que identifica rápidamente al personaje de la misma manera que ya se hizo con el hombre de acero y con el caballero de la noche. Este compositor, y formado -al igual que su hermano de Harry Gregson-Williams- a los pechos de Hans Zimmer, seguramente ha hecho el trabajo de su vida, por el que será recordado, como lo fue en parte Williams con la partitura de Supermán o Elfman con la de Batman.
Decir además que los 150 millones de dólares que ha costado han dado para mucho, ofreciendo un producto de lo más vistoso y espectacular, a pesar de que termine cargándome un poco el tono "sucio" y de colores desvaídos que ya es marca de la casa de la DC en Warner -sello de Snyder- y que aunque puede funcionar con la estética de principios del siglo XX, en plena Primera Guerra Mundial, llega a ser un pelín monótono. No obstante, las escenas de acción son realmente gloriosas, en especial de todo el recuerdo de la mitología de donde procede Diana.
Precisamente en cuanto a Diana, esto es, Gal Gadot, que con 32 años entró por la puerta grande en Hollywood a través de la saga de Fast and Furious y de ahí a ser nada más y nada menos que Wonder Woman, para la franquicia DC en la Warner. Tomaya, quién le iba a decir que cuando ganó el concurso de Miss Israel en 2004 iba a terminar siendo nombrada embajadora honoraria de las Naciones Unidas para el empoderamiento de las mujeres y niñas -a través de su personaje de Wonder Woman-. Desde mi modesto parecer, no es que sea un bellezón, ni falta que le hace. Porque encanto le sobra, con un hálito de inocencia y fuerza que le van al personaje que ni pintado. Empoderada hasta las trancas.
Si encima le sumamos que la película ya es número uno de la taquilla mundial con casi 700 millones de dólares, estamos ante el nuevo gran éxito de la Warner, que extenderá la franquicia de superhéroes bastantes años más, respetando un tono alternativo al almibarado de Disney/Marvel. Para redondear el reparto, nada mejor que haber contado con Chris Pine -en renacido Capitán Kirk de Star Trek- y con contrapuntos de calidad como Danny Huston -especializado casi ya en malos malvadísimos-, el sólido David Thewlis y la española Elena Anaya. Por supuesto, tampoco podemos olvidar a las divinísimas -nunca mejor dicho- Connie Nielsen y Robin Wright, ambas dos fundamentales en el film.
Un gran espectáculo, al que nos dejamos meter casi sin darnos cuenta, y que es de lo más disfrutable -tuve la oportunidad de verla en una sala casi llena y la gente aplaudió sonoramente al llegar al final, cosa que no pasó en las anteriores de El Hombre de Acero o Batman Vs. Supermán-. El caso es que tenemos Wonder Woman para rato. Y con razón.
TRAILER
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