La Torre Oscura
Akiva Goldsman, Nikolaj Arcel, Anders Thomas Jensen (Novela: Stephen King)
Junkie XL
Rasmus Videbæk
Hay una regla de oro en toda obra de ficción: tiene que dejar claro el contexto que quiere contar. ¿Que hablamos de espíritus? Perfecto, debemos saber las reglas de cómo se manifiestan, de cómo influyen en los personajes (o si pueden hacerlo), de si son malos, buenos, etc. A partir de ahí, podemos contar una historia. ¿Que hablamos de extraterrestres? Vale, pues a ver de dónde vienen, qué respiran (o si respiran) si son hostiles o amigables, si tienen algún interés, si vienen a por algún recurso natural... ¿Acaso hablamos de dimensiones extrañas? Ok, pues a ver cómo se conectan, si podemos estar en dos a la vez, si tienen influencias entre ellas o no... Pero coger todo lo que -literalmente- se nos ocurra y mezclarlo, sin tener orden ni concierto, no solo es un ejercicio marrullero y tramposo -porque sí, queda muy chulo un pistolero, sacado de una película de Sergio Leone...- sino que llega a resultar incomprensible para el lector/espectador, sencillamente porque no conoce las reglas de ese universo, y encima, van cambiando a cada momento. Toma ya.
Pues eso es La Torre Oscura: ¿Por qué hay un pistolero? ¿? ¿Son dimensiones o planetas? ¿? ¿Quién es el hombre de negro? ¿? ¿Los que están en otros mundos son extraterrestres o espíritus? ¿Por qué son humanos? ¿? ¿Son en realidad humanos? ¿? Ni idea, oiga. Pero es que sospecho que ni siquiera el mismo Stephen King -o su "grupito de escritura", como se dice por ahí...- sabían qué estaban escribiendo. Sencillamente parece que una clase de adolescentes hizo un brainstorming (o sea, una tormenta de ideas, pero más que tormenta, una verdadera tempestad...) y ahí mezclaron lo que les dio la gana. ¿Que no pegaba? Bueno, pues siempre está la famosa regla del autor: "yo soy quien escribe la historia, y las margaritas nacen donde me sale de las narices". Pues eso. Que todo vale.
Ya puestos, vale incluso que el pistolero sea ¿negro? No es que estemos con el mismo batiburrillo de la cuota racial en el actual cine norteamericano -que también, aunque Idris Elba me parezca un actorazo...- por si faltara poco. No es suficiente que el pretendido brujo/demonio -el malo, vamos- de la película utilice una tecnología arcaica con ordenadores que drenan la energía mental de niños para intentar destruir una torre que mantiene el orden en varios mundos (toma ya), sino que encima aparece un pistolero para poner orden (¿por qué no un caballero andante? ¿o un samurai? ¿o un monje con un báculo? ¿o un futbolista con un balón? ¿?) y resulta... ¡que es negro! (señores, que los pistoleros vienen del Oeste Norteamericano -siglo XIX-, y normalmente en ese contexto había muy pocos pistoleros negros, salvo que recordemos al Django de Tarantino o al Mayor Marquis Warren de "Los Odiosos Ocho"...). Un lío argumental que no tiene ni pies ni cabeza. Es como si en una novela mezcláramos a Don Quijote, a Cristiano Ronaldo, a Madonna, los viajes espaciales, un unicornio azul (ojo, azul), tres botijos, un burro y dos monos. Hala, a ver quién arregla esto y cómo consigues contar una historia. Pues algo así.
Confieso que no he leído -ni ganas- ninguna de las novelas de esta saga que me parece verdaderamente esquizoide argumentalmente -por muy bien que esté escrita...- pero la película es ya el remate de los tomates de la incoherencia argumental, y eso termina pasando factura y no te crees nada, sencillamente porque no sabes lo que estás viendo. Y lo que es peor, no sabes lo que te están contando: el hombre oscuro quiere destruir la torre oscura para que los demonios lleguen al universo... ¿a qué universo? ¿A todos? ¿Sólo a la tierra? ¿Y para qué lo hace? ¿Para convertirse en el rey de los demonios? ¿Qué consigue con eso? ¿Por qué sólo el pistolero puede acabar con él? ¿Si es tan poderoso, cómo es que no tiene poder frente al pistolero? Qué lío, madre del amor hermoso...
Aunque consigamos quedarnos con el armazón de la historia -esto es, un niño con poderes especiales puede salvar el universo de un poder malvado, ayudado por un pistolero...- todo queda demasiado deslabazado, demasiado incoherente, demasiado traído todo por los pelos. No te crees nada -a pesar de las esforzadas interpretaciones de Elba y de McConaughey-, es un gazpacho incoherente, incomprensible, inexplicable y delirante. No todo vale, señores, porque la imaginación y la creatividad está bien, pero coño, que nos expliquen las reglas para poder "traducir" todo lo que nos están contando, porque de otra forma, no nos enteramos de nada. O al menos yo he conseguido hacerlo. Es como si nos dan un libro precioso en un idioma que no conocemos, y no nos explican cómo interpretarlo.
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