> Canal de Cine Federico Casado Reina: El Reino: De La Torre, solo ante el peligro

El Reino: De La Torre, solo ante el peligro

El Reino
Dirección
Guion
Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen
Música
Olivier Arson
Fotografía
Álex de Pablo
Reparto
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Sorogoyen ya se mostró como un hábil realizador en su anterior película "Que Dios nos perdone" tomando también una página real de nuestra historia -la llegada del Papa a Madrid el 2011, el movimiento 15-m, etc.- para enmarcar un thriller policíaco muy bien articulado con personajes muy potentes y con la habilidad de volver a contar, en clave patria, la fórmula explotada hasta la saciedad de los dos policías antagónicos a la caza de un psicópata. Bien, pues ahora y contando con la misma coguionista Isabel Peña, es capaz de volverse a mirar en el espejo de una realidad dolorosamente reconocible, la de la corrupción política en España. Ahí queda eso.

Como amante del séptimo arte, siempre he admirado la capacidad que tiene la sociedad norteamericana de mostrar claramente -y a veces, dolorosamente e incluso ridículamente- sus propios problemas sociales en todos los ámbitos, fustigando los peores temores y fantasmas y aireándolos para contar historias apasionantes. Desde los narcotraficantes de Miami hasta la Guerra Civil; desde las masacres a los Indios apaches hasta la Guerra de Vietnam. En todos y cada uno de esos ámbitos hemos visto a héroes y antihéroes, en perfectas trasposiciones dramáticas -a veces ficticias y otras basadas con total evidencia en casos reales- de todas las bases argumentales de las historias más clásicas, heredadas de la mismísima dramática Aristotélica.

Y eso, en el cine español se ha hecho poco; o se ha hecho quizás de una hábil manera cómica, como realizó el maestro Berlanga, mostrándonos en un espejo nuestros más ridículos aspectos de nuestra historia. Pero pocas veces se ha utilizado el marco de la realidad para contar una ficción cinematográfica con verdadero interés: tendríamos que remontarnos a los mágicos "El Crack" y "El crack 2" de Garci para ver algo en este sentido. Pero Sorogoyen, con gran inteligencia y dotado de una gran capacidad como realizador, ha revisado y actualizado este modo de ver cine, y nos ha ofrecido un producto realmente brillante; excelente tanto en forma como en fondo. Con un marco, el de la corrupción política, que tantas y tantas veces hemos oído -y visto- en la televisión, en la prensa, en la radio, en el congreso, en el bar de la esquina...en todos sitios. Por todos lados.

En ese contexto en el que nadie conoce a nadie, en el que todos son amigos hasta que dejan de serlo por verse implicados, en el que todo el mundo calla, consiente y mira hacia otro lado, cuando te llega el momento y te toca, te toca. Y es el momento en el que las ratas abandonan el barco en tropel, el momento del sálvese quien pueda. Al precio que sea, llegando el famoso -e infame- y peligroso "fuego amigo", el cruel "cuerpo a tierra que vienen los nuestros".

Pero lo más original de la historia es que, aunque hayamos visto esta fórmula por poner un ejemplo en la famosa "Uno de los nuestros" de Scorsese -de la que es justa heredera tanto a nivel argumental como a nivel visual- Sorogoyen tiene la gran habilidad (y capacidad) de contextualizarla hace unos cuantos años en nuestro país: el vicepresidente de una comunidad autónoma se ve implicado en un caso grave de corrupción, y es entonces cuando todos los miembros del partido al que pertenece, y que siempre lo han apoyado, ahora le dan la espalda, echándolo a los leones; ante lo que él, claro, intentará contraatacar con todo lo que pueda, y hablando en términos políticos, intentando "poner en marcha el ventilador de mierda" para que todo el mundo tema acabar salpicado y de esa forma salvarse...

De alguna forma, viendo este estiloso (y estilizado) film he recordado a Fred Zinemman y su "Sólo ante el peligro", e incluso su "remake" en "Atmósfera Cero" de Hyams: el protagonista se ve poco a poco desprovisto de quienes le apoyan, hasta que, a la desesperada, intentará sobrevivir como pueda. Este enfrentamiento no solo lo podemos ver a nivel argumental, en una espiral cada vez mayor de desesperación -y hasta locura- sino también a nivel actoral: no hay que descubrir que Antonio de la Torre es uno de los mejores actores que existen en nuestro país, y se enfrenta a los nombres más floridos de la interpretación del panorama nacional -Pou, Wagener, Lennie, Fresneda...- saliendo no solo airoso, sino de manera superlativa. Su interpretación está llena de matices, desde la mayor calma a la ironía, de la compasión a la crueldad, de la complicidad a la traición, una verdadera sinfonía actoral que orquesta con una maestría realmente apabullante. Su mirada azul puede acerarse de la manera más fría o compungirse en lágrimas con la mayor calidez. Y todo ello con una demoledora credibilidad, humanizando al corrupto, como Ray Liotta humanizó al gánster de "Uno de los nuestros" -referencia que hicimos anteriormente y no ya a nivel narrativo y visual, sino también interpretativo-. Porque De la Torre es la incuestionable estrella del show; sobre sus hombros recae todo el peso de la película, y consigue soportarlo sobradamente. Es más: creo que pocos actores habrían sabido dibujar tan bien un tipo de personaje tan reconocible en la España actual.

Aunque el guión es realmente modélico en muchos casos, no es menos cierto que desde mi modesto punto de vista, contiene cierta ingenuidad: hay varios momentos en los que no resultan creíbles ciertas reacciones, sobre todo cuando la acción se precipita y la integridad personal -y familiar- del protagonista se ve comprometida. No obstante, son momentos puntuales que están sobradamente compensados por otros picos de gran intensidad dramática absolutamente desgarradora, articulados con una dirección deslumbrante, que no deja respirar ni un segundo de las más de dos horas y diez de proyección que pasan en un verdadero suspiro.

Especial mención quiero hacer también a la banda sonora de Olivier Arson -que también participó en su anterior película "Que Dios nos perdone"- con gran estilo y generando ese estado de complejas situaciones que tienen verdaderas pocas soluciones "por las buenas". Ya desde el minuto uno de la historia la factura nos hace entrar de lleno en esa carrera contrarreloj que tiene el protagonista en todos los sentidos: por triunfar, por crecer, por sobresalir, por medrar... y luego por sobrevivir.

Suelo ser enemigo del llamado "cine necesario", porque no me gustan las dolientes revisiones históricas en las que muchos se lamen las heridas, intentando mostrar a la gente lo malo o bueno que puede ser algo, dando "lecciones de moralidad" de una manera irritantemente pretenciosa: suelen ser historias maniqueas, llenas de tópicos -por reales que puedan ser-. Pero el cine no es real, ni tiene que serlo; "suena" a real, y es lo que tan maravillosamente se hace en esta película. Lo que vemos bien pudiera ser cualquier página de nuestra historia reciente, aunque es ficticia. Del cine norteamericano hemos aprendido que se puede revisar la historia -como en "Todos los hombres del presidente", por ejemplo...- pero desde una óptica cinematográfica, con un relato que resulte apasionante, como sucede con "El Reino", donde podemos ver cómo alguien acorralado es capaz de revolverse y defenderse cuando todos le dan la espalda, llegando a cualquier medio -la traición incluida- para poder salvarse. Y por supuesto, quedándose solo ante el peligro, como suelen quedarse al final los corruptos cuando son descubiertos.

Es con diferencia la mejor oferta cinematográfica actual de la cartelera, absolutamente recomendable no ya por ver en una pantalla lo que ya hayamos podido ver en los informativos o los periódicos, sino por ver un desarrollo de un personaje humano, alguien en el que quizás podríamos reconocernos, por mucho que pueda costarnos, en un determinado momento. Bien por Sorogoyen. Maravilloso De la Torre. 

TRAILER

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