> Canal de Cine Federico Casado Reina: Tiempo Después: Sigo pensando lo mismo: una completa estupidez

Tiempo Después: Sigo pensando lo mismo: una completa estupidez

Tiempo después
Dirección
Guion
José Luis Cuerda (Novela: José Luis Cuerda)
Música
Lucio Godoy
Fotografía
Pau Esteve Birba
Reparto
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Nunca lo llegué a entender: puedo comprender que ciertos chistes pueden tener su gracia, entiendo la (relativa) ironía...pero de eso a convertir "Amanece que no es poco" en una película de culto, me parecer demencial. Porque no tiene estructura, ni forma, ni fondo, no es más que una sucesión de chistes -algunos buenos y brillantes, pero la mayoría mediocres, sin gracia y con mucho aire de pedantería e irritante superioridad intelectual...- mal hilvanados. Lo peor del asunto, es que si no conoces ni entras en ese peculiar sentido del humor, la película resulta realmente insufrible. Y encima hay que aguantar a los "iluminados" que se supone que han entendido perfectamente el mensaje de la película, que la consideran la quintaesencia de la modernidad, de la locuacidad y la imaginación. Tócate la peineta...

Bueno, pues exactamente en la misma clave, exactamente la misma, esta "Tiempo después" intenta replicar todo lo sucedido en "Amanece que no es poco", pero con la estructura de "Así en el cielo como en la tierra", sólo que en un remotísimo futuro: el mundo entero se condensa en un único edificio en medio de la nada, y el resto del planeta está inhabitado, con la única excepción de los parados, que malviven en unas chabolas. Ese frágil "equilibrio" existencial se quiebra cuando un parado entra en el edificio para vender limonada, y todo se lía.

El microcosmos que tan acertada y divertidamente encajaba Cuerda en "Así en el cielo como en la tierra", representando el cielo como un pueblo español de los años 50, ahora tiene una traslación realmente chirriante en ese futuro distópico (hablamos del año 9000 de nuestra era, aproximadamente...). El problema es que volvemos a los chistes sobre el particular universo de cuerda, sobre la Guerra Civil, sobre la monarquía, la democracia, el capital, la revolución... otra vez sobre el proletariado, los sindicatos, la guardia civil y los funcionarios. Un ejercicio agotador, sobre todo porque exige que el espectador entre por narices en esas claves y si no es así, resulta literalmente insoportable. Chiste tras chiste, tras chiste, buscando una complicidad que o la tienes o no la tienes. Yo sinceramente, no la tengo. No pertenezco a la generación de Cuerda, ni me importan la mayoría de reflexiones que tiene, ni tengo sus influencias culturales, políticas o filosóficas. Y muchas de esas "gracias", no solo no me resultan graciosas, sino que me provocan una gran nostalgia, cuando no, una gran tristeza. Más que nada, por comprobar que tanto el tono como el fondo, no ha cambiado nada. O sea, que si no eres amigo de Cuerda, o conoces perfectamente las claves (muy particulares) de su sentido del humor, te quedas como el convidado de piedra, con una sonrisa forzada esperando a reírte... cuando nada tiene gracia.

Me sorprendió sobremanera que al final de la proyección -que por cierto, estaba llena a reventar- algunos espectadores aplaudieran. Me sentí, sinceramente, como el niño del cuento de "El Traje del Rey", en el que un sastre convenció al Rey en hacerle un traje de un tejido invisible, y todos por no contradecirle le decían que estaba elegantísimo, cuando en realidad estaba desnudo y un niño fue el único en decir la verdad y destapar al farsante. ¿Es que nadie se da cuenta de la estupidez que supone y que es esta película, por muy bien que esté arropada por un reparto estelar (y mediático) dentro del cine español? (desde Roberto Álamo a Blanca Suárez, pasando por Miguel Rellán, Arturo Valls, Carlos Areces, Andreu BuenaFuente...).

En serio, fui esperanzado y con la intención de hacer "tabula rasa" a todos los prejuicios que ya tuve en su día con "Amanece que no es poco", pero por más esfuerzos que hice en entrar en la historia (y en los chistes) me fue materialmente imposible, porque esta película es pedante, los chistes son muy malos, las reflexiones filosóficas son de todo a cien y el ridículo no solo está usado para fustigar las estructuras sociales (y económicas) sino que es lo que provoca esta película, desde el primer al último fotograma. Y encima, para rematar la faena, con una voz en off que intenta explicarnos todo.

TRAILER

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