Operación Fortune
Aunque
siempre he sido un devoto seguidor de Ritchie (aparte de sus gloriosos inicios,
tras su separación de Madonna…) ahora me tiene un poco descolocado: parece
haber huido de su particular modo de hacer cine, con claves heredadas del cómic
y del videoclip, y está llegando casi a ser un cineasta convencional a la hora
de escribir y dirigir sus películas, encajadas ya en los blockbusters
comerciales –aunque también se permite hacer experimentos curiosos como “The
Covenant” (El Pacto).
Utilizando de nuevo a su actor fetiche Jason Statham –convertido ya en toda una estrella de acción, después de esos inicios con Ritchie en “Lock & Stock” y sobre todo en la esplendorosa “Snatch, cerdos y diamantes”- el reencuentro de ambos no ha sido tan electrizante como se esperaba, es como si ambos –director y actor- hubieran llegado a una madurez tranquila, exenta de todo el gamberrismo cockney que les caracterizaba, y a pesar de seguir teniendo ese carisma arrollador (que tan bien define el término inglés “cool”) ambos se han domesticado. Ahora el toque canalla lo aporta más un redescubierto Cary Elwes, momificado por el botox y el ácido hialurónico, pero igualmente eficaz a la hora de representar un contratista de seguridad privado del gobierno británico, que ha de formar un equipo para cazar a un excéntrico millonario que se está pasando con sus maquinaciones armamentísticas internacionales. Y para ello, además de mostrar una bizarra galería de personajes a cuál más interesante –entre los que está Statham, claro, que es el capitán del equipo…- han de contar con la ayuda de una superestrella de Hollywood por la que el multimillonario tiene una ciega devoción.
Esa trama, trufada de subtramas donde se pone en entredicho la seguridad internacional y el equilibrio geopolítico, va avanzando a buen ritmo, pero se queda un poco estancada en la segunda mitad, y el desenlace, aunque eficaz, queda un poco deslavazado, minorizado, casi irrelevante. Esperaba más fuegos artificiales y más artificio visual de Ritchie, que tras “Los Señores de la Mafia”, donde se movía en los ambientes del Londres y la Inglaterra profunda más outsider, aunque salta a la escena internacional con escenarios en Madrid, Arabia, etc. Es como si hubiera querido hacer una película de James Bond, solo que ahora a 007, a M y a Monnypenny los han privatizado y ya no hay más que intereses económicos a la hora de cumplir una misión. El patriotismo ha quedado atrás.
TRAILER
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