> Canal de Cine Federico Casado Reina: Napoleón: más que una película, trozos de películas

Napoleón: más que una película, trozos de películas

Napoleón

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Uno de los estrenos más esperados del 2023 ha sido la gran superproducción dirigida por Ridley Scott sobre uno de los personajes más importantes en la historia de la humanidad, Napoleón Bonaparte. Con un presupuesto de unos 200 millones de dólares y con la todopoderosa Apple para su llegada al streaming, se prevé que su estreno en redes aumente la versión de la película de las dos horas y media que tiene en su explotación en cines, hasta las casi 4 horas. Esto podría explicar que esta versión “cortada” resulte completamente deslavazada, como pequeños trozos de película más que una película en sí con un desarrollo argumental adecuado.

Al ser varios los trozos que vemos –situados cronológicamente hasta con subtítulos explicativos, que también están para presentar a personajes, cosa que no debería hacerse demasiado porque de otra manera, no funcionaría la narrativa cinematográfica…- existe una gran desigualdad entre ellos: hay momentos brillantísimos –como las batallas, ejemplarmente rodadas y contadas- y otros momentos que no están tan logrados, y que en algunos casos pueden estar rayando en la vergüenza ajena –si, aunque no queramos reconocerlo, Phoenix sobreactúa en algunos casos creando más que un personaje, una caricatura de Napoleón, viéndose sobrepasado casi en todo momento por una Vanessa Kirby esplendorosa como Josephine-. También me chirría un poco que un personaje como Napoleón, que creció en el ejército, que fue oficial y posteriormente general, que tenía que estar bregado en lo militar (siendo además de artillería) ¿Cómo es que se tapa los oídos cuando disparan los cañones?

¿Es una película grandiosa? Sin duda lo es, Scott es un auténtico especialista en crear grandes títulos enmarcados dentro de la historia, como “Gladiator”, “El Reino de los Cielos” o “Los duelistas” –esta última también centrada históricamente en las guerras napoleónicas-. Pero esa grandiosidad, transmitida con una producción increíble y un manejo de la realización impecable, no está presente en un mediocre guión de Scarpa, que no sólo omite históricamente momentos cruciales en la vida de Napoleón –como la invasión de España, que supuso la primera derrota sin paliativos del ejército más importante del mundo- sino que los “reinterpreta” a placer, como la famosa escena donde los cañones disparan contra las pirámides de Egipto, cosa que nunca sucedió.

Resulta inevitable pensar en la versión que Kubrick hubiera hecho de este personaje, y que hubiera sido sin duda la gran película de su vida: contrató a varios historiadores de varias nacionalidades para escribir un guión –que ya está escrito- y su grandeza ya se podía intuir en “Barry Lyndon”, que siendo más modesta que esta nueva visión de Scott sobre Napoleón, transmitía mucho mejor todo el entorno del siglo XVIII y XIX. Estoy convencido que Kubrick, un perfeccionista patológico, habría recreado un fresco mucho más acertado en su visión sobre el emperador francés, aunque si hay algo que esta película dirigida por Ridley Scott transmite con gran fidelidad: la obsesión por Napoleón por el poder, por la trascendencia, y por Francia, al igual que su tortuosa relación con Josephine. Y ya que hablamos de visiones en el cine (o televisión) sobre Napoleón, además de las clásicas “Desiree” o “Guerra y Paz”, no podemos olvidar la magnífica miniserie de cuatro capítulos creada en 2002 con Christian Clavier, Isabella Rosellini, Gerard Depardieu y Anouk Aimee, que no sólo era más fiel históricamente, sino que el director Yves Simoneau supo desarrollar magníficamente todo el complejo universo del personaje y su evolución personal, militar, política y sentimental. Todo un ejemplo.  

Hay algo que también me ha desconcertado un poco: el empleo de unos coros algo inapropiados en la banda sonora, que llegan a resultar ridículos y que no añaden nada a la épica que la película debe tener en algunos momentos. No obstante, y a pesar de todas estas pequeñas (o grandes ) taras, la película merece verse porque tiene un ritmo endiablado, y aunque no exista un hilvanado fino de la narrativa, Scott tiene la suficiente experiencia como director para no aburrir en ningún momento. 

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