> Canal de Cine Federico Casado Reina: ¿Qué diferencia hay?

¿Qué diferencia hay?

Total Recall
DIRECTORLen Wiseman
GUIÓNKurt Wimmer (Historia corta: Philip K. Dick)
MÚSICAHarry Gregson-Williams
FOTOGRAFÍAPaul Cameron
REPARTOColin Farrell, Kate Beckinsale, Jessica Biel, Ethan Hawke, Bryan Cranston, Bill Nighy, John Cho, Bokeem Woodbine, Steve Byers, Will Yun Lee, Currie Graham, Brooks Darnell
 
Como dijera Antonio Machín, tengo una debilidad. Y se llama Verhoeven. Confieso abiertamente que todas sus películas sin faltar una sola (si, incluso la infame "Showgirls") me parecen fascinantes, no tanto por sus historias, sino por su narrativa, por su agilidad dramática, por su peculiar sentido de la acción y por supuesto, por el desarrollo de sus personajes. Si a todo eso sumamos que el cineasta holandés más famoso de la historia (a pesar de Jan De Bont y sus dos películas de "Speed", la de Lara Croft y la de "Twister") tiene un muy malsano sentido del humor, ya me tiene totalmente cautivado. Con esa base, que el director de la muy deficiente, insulsa y repetitiva saga "Underworld" -protagonizada por la muy sensual pero completamente inexpresiva Kate Beckinsale- sea el responsable de realizar el remake tras 22 años de uno de los títulos claves de su filmografía, "Desafío Total", que supuso uno de los mayores activos del género en los años noventa y la elevación del estrellato de Schwarzenegger... la cosa tiene una pinta regular. Incluso huele...

Es cierto, completamente cierto: la película parece más bien un interludio de los que nos ponen en la Xbox antes de pasar de nivel en un videojuego. O el último videoclip de Rhianna. Pero ¿Qué diferencia hay? Todo es lo mismo: estamos hablando de entretenimiento, de un cine claramente insustancial, que intenta aprovechar el inconsciente colectivo para hacer caja con un apabullante repertorio de efectos visuales, una acción brutal y progresiva (las persecuciones, tiros, explosiones parecen no tener fin...) y algunos momentos de ternura/emoción que suponen el preámbulo de más tiros, explosiones y persecuciones. Es un poco cansino, si, pero al fin y al cabo es lo que habíamos venido a buscar ¿no? ¿O qué esperábamos?

Lógicamente, la gran diferencia de este film con su predecesor es la calidad del director y máximo artífice del proyecto: el holandés Verhoeven tenía alma (la sigue teniendo) en sus películas, y su voz propia se escucha en cada plano, en la brutalidad de "Los Señores del Acero", en el cruce de piernas de Sharon Stone en "Instinto Básico", en el brillo de la armadura de "Robocop", en la inocencia de Johnny Rico en "Starship Troopers"... o en los músculos de Schwarzenegger de "Desafío Total". Cine de género de verdad. Allí también había efectos especiales, pero casi se podían tocar. Aquí también los hay y a manta, pero resultan tan perfectamente perfectos... que son realmente increíbles. Además de todo ello, tenemos que recordar que "Desafío total" en su momento, supuso una verdadera revolución en cuanto a estética, temática y factura dentro de la ciencia ficción, sentando cátedra (¿quién no recuerda a Arnie explicando cómo le gustaban las chicas, o la mutante con tres tetas?). En cambio el norteamericano Wiseman, consciente de sus propias limitaciones, y habiendo aprendido el oficio con una saga comercial, ha decidido apostar sobre seguro: con referencias estéticas y visuales más que evidentes a "Star Wars" -en cuanto a los uniformes de la policía, los robots, etc.- a "Minority Report" -con toda la parafernalia de realidad virtual e interfaces táctiles para ordenador- y por supuesto "Blade Runner" -con ciudades hiperpobladas, etc.- la película termina por ser un Frankenstein del género, con piezas que funcionan, pero que recuerdan demasiado a lo que ya hemos visto.

Argumentalmente, quizás es donde exista uno de los mayores recelos de todo este proyecto: ahora la acción ya no gira en torno a Marte. En un mundo post-apocalíptico arrasado tras una guerra química mundial -otra referencia a "Waterworld" o a "Dredd", por ejemplo- sólo hay dos zonas del planeta en las que el hombre puede vivir: Inglaterra y la colonia -lo que antes era Australia-. Entre esas dos zonas hay una comunicación a través de un ascensor gigantesco llamado "la catarata", en el que diariamente los obreros van a trabajar en las fábricas. Precisamente uno de esos obreros es el protagonista, que un buen día decide salir de su aburrimiento para ir a Recall, una empresa que implanta químicamente en el cerebro los recuerdos que elijas... y él elige ser agente secreto. El resto, ya lo conocemos todos de sobra...

Colin Farrell, que es un excelente actor, dirigido con grandes resultados por artistas como Woody Allen, Peter Weir, Terrence Malick o el mismísimo Steven Spielberg -precisamente en "Minority Report", de donde este film bebe buena parte de su iconografía- aquí está un poco como perdido, pero no por su calidad, sino por la ineficacia de Wiseman a la hora de dirigir actores, como también demuestra con su musa Kate Beckinsale, que siempre tiene la misma cara ya esté retozando en la cama con Farrell, peleando contra él un laberinto de ascensores tridimensionales o conduciendo un vehículo antrigravitatorio a toda velocidad (¿será por el botox?).

Como divertimento absolutamente perecedero, ésta película funciona. Pero es perfectamente olvidable, perfectamente insustancial, esplendorosamente vacía. Esta es la gran diferencia en comparación con su referente: "Desafío Total" se recordó durante años, desde la banda sonora de Jerry Goldsmith hasta los descacharrantes efectos visuales -dignos y a la vez muy imaginativos-; incluso un actor tan limitado como Schwarzenegger lograba dotar de dimensión a un protagonista bastante poco interesante, en un principio. Eso por no hablar del dúo de mujeres que se enfrentan por el protagonista, porque por mucho que corran, peguen, lloren y griten, Beckinsale y Biel no se le acercan ni a la suela de los zapatos a Stone y Ticotin.

Esta es la gran diferencia entre los dos Desafíos Totales, como diferencia existe entre cualquier elemento de consumo de antes y de ahora: antes te comprabas cualquier cosa, y te duraba años, décadas. Eran productos pensados e ideados para durar. Ahora compras cualquier cosa -y si hablamos de electrónica, no digamos...- y antes de salir al mercado, ya tiene programada su vida útil -la ya famosa "obsolescencia programada"- para que cuando deje de cumplir su función -algo que normalmente ya viene programado desde su concepción-, sea sustituido por otro un poco más nuevo, un poco más eficiente y un poco más moderno. El mercado es el mercado, y la inercia impuesta por los fabricantes resulta implacable: hay que pensar en que el producto que compres se quede anticuado, se rompa o deje de ser útil, y que tengas otra demanda que únicamente pueda ser sustituida por otro producto más nuevo. Así de sencillo.
 
TRAILER


1 comentario:

Stella - abogados online dijo...

Me encanta Starship Troopers. Por desgracia, mucha gente no supo ver la ironía que impregna toda la película. Es más una gran parodia del libro que una adaptación.

Algo más serio y fiel al libro habría sido una fascistada insoportable.