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El consejero: No es película para Ridley Scott

El consejero
Director: Ridley Scott
Guión: Cormac McCarthy
Música: Daniel Pemberton
Fotografía: Dariusz Wolski
Reparto: Michael Fassbender, Brad Pitt, Javier Bardem, Cameron Diaz, Penélope Cruz, Goran Visnjic, Dean Norris, Natalie Dormer, John Leguizamo, Rosie Perez, Bruno Ganz, Rubén Blades, Fernando Cayo

Hay dos tipos de cinéfilos: a los que le gusta Ridley Scott y a los que no. Yo soy de los que sí, y creo que hay pocos directores en activo que hayan marcado tanto la historia del cine con películas como (ahí va eso...) "Blade Runner" o "Alien, el 8º pasajero" (sin olvidar "Thelma & Louise, e incluso, "Gladiator", lo siento pero tengo debilidad por las películas de romanos -sin que sirva de cachondeo, que te veo venir...-). Es más, si yo fuera él con que hubiera hecho en toda mi carrera estas dos películas, ya podría morir tranquilo. A pesar de mi denodada admiración a la grandiosidad de (buena parte) de su cine, tengo que reconocer que ha hecho mojones importantes, como "La teniente O'Neill", "Tormenta Blanca", "Un Buen año" o "Hannibal". Incluso algunos de sus detractores han llegado a decir que el talentoso de la familia no era él, sino su tristemente fallecido hermano Tony.
 
El caso es que el Sr. Scott, expublicista él, me fascina con su narrativa visual y muchas veces me toca, y adoro alguna de sus extravagancias como "Los Duelistas" (la recomiendo encarecidamente), "El Reino de los Cielos" y la más reciente "Robin Hood". Pero esto no se lo perdono. De ninguna manera vamos. Porque su cine ha podido ser de todo... pero era cine. Y en el cine, lo que importa es la imagen y el sonido, que son los elementos principales de la sintaxis audiovisual. Por eso no le perdono que "El Consejero" sea básicamente un montón de discursitos pretenciosos, que pretenden canonizar sobre la vida y la muerte, la bondad y la maldad y sobre todo, lo peligroso que es ir por el mal camino y las consecuencias que tiene. Vamos, como si no hubiéramos visto eso en las miles de películas que tiene la historia del cine, desde "Intolerancia" de Griffith hasta nuestros días.
 
Pero el mayor fallo de esta película no lo tiene el director -que luego hablaremos de su cuestionable dirección de actores- sino el guionista: porque Cormac McCarthy no se conforma ya con ser el autor de la novela, sino que se estrena como guionista... y como guionista se ha pegado un castañazo que se ha escoñado, cometiendo además el error más básico de un guionista: intentar contar las cosas en boca de personajes, a base de diálogos. Señores, que esto es CINE y no teatro. Que aquí tenemos un lenguaje de imágenes, sonido, edición, planificación y la madre que lo parió con el que podemos entender muchísimo mejor lo que se nos quiere contar, sin necesidad que un personaje se ponga a hablar de un tema durante diez minutos, postulando encima el sentido de la vida. Y todo aún más irritante e incomprensible cuando es un expublicista que domina el lenguaje de la imagen el director del entuerto. Insultante, vaya. Para colmo, este es el tipo de historias donde se dice "pues ¿sabes lo que pasa cuando sucede esto, pues tal y tal y tal". Y luego, al cabo de varias secuencias, precisamente pasa lo que nos han explicado anteriormente. Vamos, el colmo de lo previsible.
 
Independientemente de los fallos de guión anteriormente comentados, de que el señor McCarthy parece que nos toma por expertos narcotraficantes, policías o buenos conocedores del mundo de la delincuencia y nos habla de tú a tú como si entendiéramos todo ese particular ecosistema (que en muchos casos, se te queda cara de tonto cuando empiezan a hablar de cosas de las que no tenemos ni puta idea...), y que para colmo, se den una serie de situaciones para nada creíbles -y que no vamos a explicar, so pena de hacer un spoiler...-, hay que darle una buena somanta de palos a Ridley Scott por la pésima dirección de actores: el prota, esto es, Fassbender, interpreta a un abogado que quiere ganar más pasta y para eso se mete a narcotraficante -y se lleva casi toda la película o con cara de despiste, o llorando y además ¿qué coño es lo que aconseja?, porque en toda la película no hace gala de su sabiduría en absolutamente nada, derecho incluido...-; la novia del prota, Penélope Cruz, intenta hacer de niña buena y angelical, y aunque guapa en algunas secuencias tiene menos matices que una pared pintada de gris a brochazos; y en cuanto a los secundarios, Javier Bardem es directamente una caricatura del chicano en las películas de Hollywood, con moreno de maquillaje con espátula, peinado ridículo, ropa de mercadillo y una actuación cercana a un payaso de circo y Brad Pitt, en un inexplicable e increíble registro de vaquero sabihondo (ahora resulta que los típicos vaqueros tejanos tienen melenita de peluquería, son rubios, delgaditos y de ojos azules...) absolutamente incoherente -insisto, no voy a hacer spoilers, pero nada que ver lo que dice con lo que hace. Bueno, se me olvidaba Cameron Diaz, que está estupenda y como ya le ha bajado el hinchazón del Botox, resulta bellísima, delgadísima y estupendísima. Y encima borda su interpretación -quizás es que fue la única que no le hizo ni puto caso al director-.
 
Me cuesta creer que este director, que me fascinó con "Alien, el 8º pasajero" y que me dejó hipnotizado con "Blade Runner" sea capaz de cometer estos errores de verdadero principiante. De acuerdo, su pericia como realizador nos regala algunos momentos interesantes e imágenes que se te quedan en la imaginación, aun después de ver la película, pero esto no es suficiente. Y menos para él, que nos ha acostumbrado a lo más exquisito. Es como si el mejor cocinero del mundo, con tres estrellas Michelín y con los mejores ingredientes del mundo te hiciera una tortilla malamente. Pues talmente lo mismo con esta película, una decepción morrocotuda. Porque con estos mimbres se podría haber hecho una magna obra. Y me pongo a pensar en "Exodus", y me echo a temblar...
 
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