> Canal de Cine Federico Casado Reina: El Juego de Ender: El fin justifica los medios

El Juego de Ender: El fin justifica los medios

El Juego de Ender
Director: Gavin Hood
Guión: Gavin Hood (Novela: Orson Scott Card)
Música: Steve Jablonsky
Fotografía: Donald McAlpine
Reparto: Asa Butterfield, Harrison Ford, Abigail Breslin, Ben Kingsley, Hailee Steinfeld, Viola Davis, Suraj Partha, Moises Arias, Jimmy 'Jax' Pinchak, Aramis Knight, Brendan Meyer, Conor Carroll, Khylin Rhambo, Brandon Soo Hoo, Nonso Anozie

Los que hemos sido aficionados a la ciencia ficción de toda la vida, no solo la cosumimos en cine o televisión. También la consumimos en cómics, en música...y por supuesto en libros. Desde Asimov hasta Henlein, pasando por Orwell, Bradbury o Huxley, han sido muchos los autores que han planteados utopías y ucronías de la humanidad, que nos hacían meditar profundamente de dónde venimos, donde estamos y lo que es más importante, hacia dónde vamos. A mediados de los ochenta del pasado siglo un escritor llamado Orson Scott Card ganó los dos premios más importantes del mundo de la literatura de ciencia ficción, el Nébula y el Hugo, con una novela que planteaba un desalentador porvenir para la humanidad, en la que tras una invasión extraterrestre, el ejército se dedica a preparar a soldados invencibles que puedan contrarrestar un contra ataque alienígena. Los mejor dotados para luchar a través de complejos ordenadores son precisamente los niños, que arrancados de su inocencia, tendrán que convertirse en avezados estrategas y guerreros sin piedad contra los invasores.

Científicamente, este planteamiento tiene muchos visos de realidad, ya que la mayor plasticidad de la mente humana está en la niñez, con una capacidad de aprendizaje e improvisación mucho mayor que las de cualquier adulto. Estoy seguro que tenemos hijos, sobrinos, primos o algún hijo de familiar que domina cualquier tipo de tecnología de vanguardia (desde consolas de videojuegos, hasta programación de ordenadores) con una naturalidad que ni un ingeniero de telecomunicaciones tendría después de hacer un máster. Sentadas, pues, las bases de esta fantasía de ciencia ficción, el film va mucho más allá de lo que pudiera pensarse, ya que no es sólo una historia de extraterrestres malvados que vienen a invadir la tierra, y de navecitas volando pegando tiros -que las hay, y en cantidad-; en realidad de lo que estamos hablando es de un chico de 12 años, Ender Wiggins, que tras ser reclutado por la flota internacional tiene todas las características para convertirse en el gran líder militar y estratega supremo que pueda acabar con la amenaza extraterrestre.

Si tienes alguna duda entre si ver esta película en cine, o esperar a que la saquen en Blu-Ray, ya te digo que no te lo pienses: hay que verla en cine. Todo es de una espectacularidad realmente impresionante, dejando las batallas estelares de "Star Wars", "Star Trek", o cualquier otra película de ciencia ficción a la altura del betún. Madre del amor hermoso, qué barbaridad de naves, de drones, de cañones de partículas, de transportes interestelares, de planetas...una barbaridad, excesiva si estuviera falta de contenido, pero deslumbrante al tener un respaldo argumental de la solidez de la historia, en la que Ender no solo tendrá que luchar contra el enemigo, sino que tendrá que hacerlo consigo mismo para sobreponerse a sus propias emociones y sentimientos para convertirse en el luchador que todos esperan que sea, desde su propia familia -que ya ha "fallado" entrenando a sus dos primeros hijos- hasta todo el alto mando de la flota internacional, que tiene depositado en el niño todas sus esperanzas.

El proceso de entrenamiento de Ender es tan fascinante visual como argumentalmente, viajando al fondo mismo de la mente del protagonista para ver cómo va madurando y evolucionando sobre sí mismo. Es justo reconocer que el film no tiene el calado ni la profundidad del texto original, pero siendo una adaptación que ha apostado por lo fácil -o sea, la comercialidad- es un film de ciencia ficción de lo más digno, alejado de muchas fanfarrias digitales de Hollywood que no aportan prácticamente nada al género. En este sentido, hay que reconocer el trabajo de Gavin Hood, director y guionista del film, que desde el primer momento ha tomado las riendas del proyecto demostrando que puede hacer un film comercial con alma. Sus anteriores trabajos de fuertes implicaciones sociales y políticas como "Expediente Anwar" y sobre todo "Tsotsi" han demostrado con creces que el surafricano tiene sobrada capacidad para realizar cine de autor, y con su anterior film "Xmen-Origenes: Lobezno" se logró una cierta credibilidad comercial en las estructuras del Hollywood actual, cosa que le ha ayudado bastante a afrontar éste su último film, que tiene buena parte de esos dos mundos, tanto una reflexión sobre la motivación humana y la justificación para conseguir un fin, por encima de cualquier cosa, como una sobrecogedora fanfarria de efectos visuales que deja a "Independence Day" como si fuera un videojuego barato de hace 20 años.

Pero por si faltara poco, en el film el Coronel que entrena a los soldados no es nada más y nada menos que el mismísimo Han Solo, o Indiana Jones, esto es, un Harrison Ford al que, aunque empiecen a notársele los años más de lo recomendable, sigue conservando intacto su carisma ante la cámara. Ben Kingsley también está presente con un papel de importancia capital en la historia, y su interpretación -recordemos, ganador de un Oscar...- no solo está a la altura, sino que supera con creces todo lo que le rodea. Hood, ha conseguido acrisolar todos estos recursos para lograr una cinta balanceada, entretenida, y con un protagonista que encaja a la perfección en el personaje, tan atormentado como febrilmente interesado en conseguir todo aquello que sus dos anteriores hermanos no pudieron hacer.

Realmente, es un título muy recomendable, ya que como juguetito audiovisual funciona a la perfección, pero también como prospección sobre una humanidad que sería capaz de hacer literalmente lo que hiciera falta para sobrevivir, pasando por encima de cualquier condicionante ético que se pueda poner como obstáculo, con un mensaje que hemos visto en infinidad de ocasiones, y que parece estar presente en buena parte de la historia de la humanidad: el fin justifica los medios.
 
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