> Canal de Cine Federico Casado Reina: Animales Nocturnos: Ya hay un David Lynch, gracias

Animales Nocturnos: Ya hay un David Lynch, gracias

Animales Nocturnos
Director
Guión
Tom Ford (Novela: Austin Wright)
Música
Abel Korzeniowski
Fotografía
Seamus McGarvey
Reparto
No quiero parecer pedante, pero me parece apropiado empezar esta crítica con la explicación de lo que en Psicología se denomina "efecto halo", y que consiste en una generalización de la percepción de una persona en base a una sola característica, por ejemplo, si alguien es guapo, pues también le atribuimos que pueda ser simpático, listo, etc. Y si hace bien una cosa, pues generalmente también puede hacer bien otras. Por supuesto que también funciona en negativo, y muchas veces somos injustos cuando etiquetamos un rasgo no favorable en alguien y terminamos generalizándolo al resto de su perfil.

Tom Ford es un verdadero genio del diseño, la comunicación y la mercadotecnia: consiguió volver a hacer rentable la marca "Gucci", y de estar en la más absoluta ruina, ahora es una empresa con un valor aproximado de 4300 millones de dólares. Ford además ha formado parte del departamento de diseño y comunicación de Yves Saint Laurent, y ha fundado su propia marca de moda, abarcando complementos y exquisita ropa de marca. Hasta ahí todo bien. Ford además de ser millonario, joven y guapo, es uno de los personajes que siempre está en el candelero en la cultura americana. Incluso hizo una película razonablemente buena protagonizada por Colin Firth "Un hombre soltero", que basada en la novela de Christopher Isherwood narra la compleja historia de un profesor británico y homosexual que tiene que adaptarse socialmente cuando su amante muere, en el Los Angeles de 1962.

Pero, si es tan fashion y lo hace todo tan bien en el mundo de la moda... ¿también lo hace en el mundo del cine? Pues no oiga, no. Si en su primera película le dábamos un aprobado por su acercamiento respetuoso a un mundo que no era el suyo, con comedimiento y relativa eficacia (como productor, guionista y director, oiga...) en su segunda película se ha destapado ya todo su egocentrismo, creyéndose el mismísimo David Lynch, y fracasando estrepitosamente. Porque su segundo film es un auténtico peñazo: lento, aburrido, soporífero, y lo que es peor, con un guión demencial que no rescata ni de lejos la complejidad de la novela de Austin Wright. Si Ford puede ser un realizador aceptable, como guionista es realmente espantoso, a tenor de su segunda película. Porque si en su primera película como guionista contó con la ayuda de David Scearce, ahora ya salta solo al ruedo. Y le ha cogido el toro de lleno.

¿Que de qué va la película? Eso mismo me pregunto yo. Mira que entré contento en la sala al saber que la divina Amy Adams era la protagonista... pero es que de verdad, a esta película no hay por donde cogerla: el arranque cuenta la historia de una galerista de arte que recibe el manuscrito de una novela escrita por su exmarido, en medio de su lujosa y tediosa vida con su segundo marido, un guapo y apuesto médico que pasa totalmente de ella. A partir de entonces, los flashbacks de la vida de la protagonista con su primer marido, con su segundo marido, y con la historia que cuenta la novela, se irán sucediendo de una forma bastante confusa y caprichosa, llegando a resultar tan desconcertante, que terminas por desconectar de una historia que para colmo tiene un desarrollo deficiente y un final que al fin y al cabo, está acorde con el resto de la película y que solo se puede calificar de una forma: decepcionante.

Ford, que ha decidido que ahora su principal objetivo es el mundo del cine, debería seguir con sus exitosos negocios de moda y diseño y dejar a los profesionales de la ficción audiovisual hacer sus productos, porque sinceramente, sus producciones cinematográficas dejan bastante que desear. Estoy seguro que si David Lynch se metiera a diseñar gafas o perfumes no tendría el éxito que tiene cuando dirige películas. Pues lo mismo le digo al Sr. Ford: ya hay un David Lynch, un señor que ha reinventado la narrativa cinematográfica y televisiva, con una fascinante capacidad narrativa visualmente surrealista. Los infantiles e inocentes intentos de Ford a la hora de epatar al espectador con secuencias atrayentes en cuanto a la producción y fotografía y en cuanto al desgarro interpretativo (el pobre Jake Gyllenhaal se lleva media película llorando sin parar -y lo que es peor, sin motivo aparente- y la otra media gritando por no haber hecho algo que incomprensiblemente, no ha hecho ¿¿¿???) no consiguen absolutamente nada. Bueno sí, que tengamos claro que lo suyo no es el cine, sino la moda. Y repito: que ya hay un David Lynch, hombre... 

TRAILER

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