Abracadabra
Pablo Berger
Pablo Berger, Alfonso de Vilallonga
Kiko de la Rica
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El retrato social, que Berger domina con gran holgura, está perfectamente trazado en un barrio de extrarradio de Madrid. Tan bien trazado que muchos planos casi huelen a bar barato de desayuno, a local de celebraciones cutre y a pisito de los años setenta. Aunque los personajes están bien trazados, llegan a resultar autoparódicos. Pero no al nivel que debería esperársele -esto es, con el consentimiento cómplice del espectador- sino que en determinados momentos sorprenden con bochornosos momentos dignos de un cortometraje de todo a cien. Y las tramas -que son varias...- llegan a interconectarse de una manera algo ficticia, poco creíble.
Pero todo ello, que podríamos obviarlo en aras de un buen relato, queda más empañado cuando el tono general de la historia cambia cada muy poco tiempo: de comedia a drama, de thriller a terror, de suspense a crítica social... demasiados cambios, demasiados registros, demasiados vaivenes para contar una historia demasiado simple: la de un espíritu que se mete en el cuerpo de (anti) perfecto marido machista de extrarradio. Y pare usted de contar, porque el resto son zarandajas para (mal) justificar un relato que... ¿es comedia? No. Lo peor es que en el tráiler nos la venden como una comedia alocada con tintes sobrenaturales. Y no lo es para nada. Es más, no es lo que debería ser, y eso provoca una gran decepción cuando vamos con ciertas expectativas, a lo que además el (divertido) tráiler no ayuda para nada, porque todos los chistes de la película los vemos ahí... y luego quedan poquitas cosas más para poder reírnos.
Ni que decir tiene que las esforzadas interpretaciones de Maribel Verdú y sobre todo de Antonio de la Torre están al nivel que se les espera, esto es, excelentes y brillantes. Ambos actores utilizan todo su repertorio para dibujar dos personajes muy arquetípicos, aunque razonablemente desarrollados. El elenco de secundarios es quizás de las mejores cosas del film, con fabulosas interpretaciones de José María Pou, Quim Gutiérrez, Julián Villagrán...magníficos todos. El único que desentona y al que no me creo de ninguna manera es José Mota, un cómico reciclado en actor que insiste en hacernos creer su (inexistente) versatilidad en la interpretación y al que ya hemos sufrido en demasiadas películas españolas.
En realidad me da bastante pena que un proyecto (bien) vendido en una buena campaña de marketing termine resultando desilusionante, cuando no frustrante para el espectador, que ha castigado duramente en la taquilla este estreno veraniego. Berger sigue siendo un excelente realizador, pero desde mi humilde opinión, el guión habría necesitado un hervor antes de sacarlo del horno, porque se ha quedado en un quiero y no puedo, sin intentar vender lo que no es, porque la etiqueta muchas veces condiciona lo que vamos a comprar. Y si había dudas en poner una determinada etiqueta, haber dejado que hubiera sido el espectador quien se la pusiera. Estoy convencido que habría sido mucho mejor.
TRAILER
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