No mires arriba
Muchos directores en la historia del cine, desde Ford a Hitchcock o Wilder, han mezclado muchos géneros no ya para despistar (y desconcertar) al espectador, sino además para enriquecer su historia. Una comedia "pura" o un drama "puro" es menos interesante que si lo trufáramos con alguna nota discordante de ese género. McKay, curtido en el Saturday Night Live, ha utilizado esta batidora en sus películas, que se han beneficiado en buena parte de ese mestizaje, ofreciendo títulos interesantes como "La gran apuesta" o "El vicio del poder" -utilizando además un lenguaje divulgativo/periodístico que aún subrayaba más la reflexión del propio mensaje.
Hemos llegado a un punto de la comunicación en este delirante siglo XXI en el que la importancia o la verdad de un contenido ya no tiene que ver con la realidad, sino con las corrientes de opinión, los likes, las redes sociales y la viralidad. Tsunamis de tendencias que cambian con la misma velocidad del rayo. Una verdadera locura en la que es casi imposible distinguir qué es real y qué no. Si encima a todo ese desquiciado escenario añadimos una pandemia mundial, crisis económicas, fanatismos radicales, y la nueva geopolítica, tenemos un caldo de cultivo digno de verdadero estudio sociológico (¡y psicológico!).
Esta es una película con el signo de este tiempo, en el que un acontecimiento apocalíptico (la caída de un meteorito en la tierra que puede acabar con la vida en este planeta) se convierte en un verdadero circo mediático, y un asunto de política, intereses empresariales y economía. Cuando un astrónomo y una estudiante de doctorado descubren que la civilización humana puede desaparecer en seis meses tras la caída de un asteroide de 10 km. de longitud, lo que podría haber sido la reacción normal para evitar la catástrofe, paulatinamente se va transformando en otra cosa muy diferente.
La visión irónica y mordaz de McKay es clara y meridiana: somos tan ridículos, tan crédulos y tan poco razonables, que como especie casi que nos merecemos la extinción, y prácticamente nada puede salvarnos no ya del meteorito, sino de nosotros mismos. Esto, que podría resultar de lo más dramático, está narrado en tono de comedia con una acidez tremenda, una parábola que dinamita personajes reconocibles en el mundo de la política, la informática, la tecnología, la investigación, el ejército, la familia… un verdadero disparo al centro de flotación no ya de Estados Unidos, sino de la raza humana en general.
Pero lo mejor de la situación es que ese cruel retrato se articula entre risas y chistes muy bien hilvanados, con situaciones llevadas al extremo del absurdo, pero que son perfectamente reconocibles y -por desgracia- hemos visto en muchas ocasiones a través de la televisión o las redes sociales. Está claro que otro elemento a tener en cuenta es el estelar plantel de actores, donde cabe destacar a la mutante Kate Blanchett y sobre todo a DiCaprio, ambos magníficos.
Confieso que había estado condicionado por opiniones encontradas respecto a esta película, pero finalmente me ha encantado tanto el fondo como la forma en que se ha contado esta historia, que además de hacerte reír, es capaz de aterrorizarte.
Por cierto, el verdadero final de la película está en las escenas post-créditos, así que no te las puedes perder.
TRAILER
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