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Spiderman, sin camino a casa: Avi Arad vuelve a la carga con lo peor

SPIDERMAN, SIN CAMINO A CASA

Dirección
Guion
Chris McKenna, Erik Sommers. Cómic: Steve Ditko, Stan Lee
Música
Michael Giacchino
Fotografía
Mauro Fiore
Reparto

Para los acérrimos amantes de los cómics Marvel -entre los que me encuentro- Spiderman ha sido su más icónico personaje, superando a todos los demás (incluyendo al Capitán América, Hulk, Los 4 fantásticos…). Por eso cuando hace años Sam Raimi cogió el testigo con la Sony/Columbia detrás para hacer la primera película de esta nueva era (corramos un tupido velo con las adaptaciones televisivas del personaje…) todos estábamos de enhorabuena. Para empezar, porque Raimi también era amante de los cómics, también conocía al personaje, y su cine tiene toques de cómics en la narrativa. Pero claro, lo que no contábamos es con un personaje siniestro, que llegó a, nada menos, dirigir la mismísima Marvel. Me refiero al israelí Avi Arad, un señor que estudió dirección de empresas y que se recicló en productor. Curiosamente, cuando menos metía la zarpa en las películas, mejor funcionaban en todos los sentidos.

Pero la megalomanía de este señor terminó explotando y llegaba a imponer a los directores y creativos lo que tenían que hacer -¡¡¡pero qué sabrá este señor!!!-. Raimi terminó huyendo después de lo que le obligaron a hacer con la tercera película de Spiderman (obligarle a meter a Venom, al hombre de arena -encima imponiendo al actor que tenía que hacerlo- y demás lindezas).

Todo este preámbulo lo he hecho para ver la diferencia de criterio que ha tenido Kevin Feige a la hora de crear el MCU, con la Marvel, los Vengadores, Iron Man (si, ya sé que Arad produjo la primera parte -la mejor del personaje-, pero ahí no molestó mucho a Favreau…), Thor, y demás. Mientras que Arad ha destrozado -literalmente- las películas, Feige ha dejado que los criterios creativos de los directores y guionistas no estuvieran encorsetados. Y eso ha supuesto un éxito sin precedentes en la historia del cine, consiguiendo recaudaciones y todo un ecosistema de personajes que se extienden al merchandising, pero de una manera digna. Claro que esto tampoco ha durado mucho, ya que desde que Disney compró Marvel, hemos vuelto a banalizarlo todo…

El caso es que Sony y Marvel llegaron a un acuerdo para incluir a Spiderman en el universo de Los Vengadores y demás, y el invento ha medio funcionado con las dos películas anteriores protagonizadas por Tom Holland como Spiderman/Peter Parker (Homecoming y Lejos de casa). Pero ahora que ha habido un cambio de ciclo con Los Vengadores, que Iron Man/Tony Stark ha fallecido y el Capitán América también ha sido relevado, se esperaba también un broche final a la etapa de Tom Holland como el trepamuros, y por ello se ha apostado por la misma fórmula de la tercera parte de la trilogía de Raimi, malos a manta, mucha acción frenética, y mucha espectacularidad.

Es cierto que el guión ahora tiene cierta coherencia (la aparición del Multiverso y del Dr. Strange), pero llega un momento en que nos cansamos y la película decae de interés. Meter en la misma película al Doctor Octopus, al Duende Verde, al Hombre de Arena, al Lagarto y a Electro es como una gran mascletá para el personaje, que se tiene que enfrentar a su mayor amenaza. No quiero hacer spoilers, pero desde luego para el fandom va a ser néctar y ambrosía, porque la película es totalmente cómplice y se llega a conectar (en la sala los fanáticos aplaudían cuando aparecían los personajes…).

Pero cuando no aplaudieron es al final. ¿Y por qué? Porque aunque haya habido esa acumulación, la película es mediocre, cambia mucho de ritmo y de calidad y no guarda una coherencia de principio a fin. Es verdad que tiene momentos épicos y espectaculares (sobre todo cada vez que aparecen Benedict Cumberbatch (Dr. Strange) y el Duende Verde (Willem Dafoe), porque son dos actorazos que deslumbran en cada gesto.

Además de ello, el tono cambia cada cinco minutos, oscilando entre la trascendentalidad de querer salvar la humanidad, y los problemas de un grupo de adolescentes atolondrados que no tienen ni puta idea de nada. Ese toque desenfadado de humor, que ha encajado bien en las dos películas anteriores de Spiderman (las de Tom Holland) ahora no funcionan tan bien, máxime porque estamos hablando de situaciones demasiado grandilocuentes (el cruce de universos y realidades, etc.).

No obstante, hay que reconocerle algunos momentos muy buenos, aunque estoy convencido que este resultado aturrullado y confuso se debe seguro a Avi Arad, que ha vuelto a meter las zarpas en el proyecto…y como siempre hace, la ha vuelto a cagar. Porque lo podría haber sido una reinvención del personaje, con todos sus toques (ahora el mentor de Iron Man podría haber pasado a ser Dr. Strange, la evolución de sus amigos, etc.) se ha quedado en una maraña algo vacía de fuegos artificiales para apabullar al espectador.  

TRAILER


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