> Canal de Cine Federico Casado Reina

Wonka: Volver a soñar

Wonka

Dirección
Guion
Reparto
Música

Uno ya ha visto más de lo que debiera (y quisiera) en el mundo del cine. Y en el proceloso género del cine familiar de fiestas (semana santa, o por supuesto, navidades) se han hecho muchos intentos de rentabilizar esas producciones, que en la mayoría de los casos ofrecían recursos manidos, utilizados hasta el hartazgo (véase cualquier intento Disney de monopolizar las pantallas en estas fechas) que lo único que producían era aburrimiento por ver los mecanismos burdos utilizados y previsibles desde el minuto uno.

Roald Dahl, autor de la famosa “Charlie y la fábrica de Chocolate”, “Matilda” o “James y el melocotón Gigante” es el justo heredero literario de Dickens, haciéndolo avanzar de la negrura de la miseria a la magia y la ensoñación infantil más colorida. Precisamente el personaje de Willy Wonka es uno de los pilares de toda su creación literaria, un bizarro personaje que creaba chocolate con sus imaginativos inventos y su alucinante fábrica, ayudado por los famosos hombrecillos verdes, los Umpa-Lumpa. Todo un mágico universo de fantasía que ahora ha tenido la justa continuación en una precuela donde conocemos a Willy, un pobre polizonte que llega a la ciudad con la intención de convertirse en el más famoso chocolatero del mundo…

La delirante galería de personajes que plantea la película es un divertidísimo fresco a la hora de reflexionar sobre la avaricia, la envidia y la soberbia, enfrentados a la inocencia y pureza de Willy, que sólo quiere hacer felices a todos aquellos que prueban su delicioso chocolate, inigualable por sus matices y sabores. Parecía lógico que toda esa estructura de cuento infantil tuviera un correlato perfecto en la estructura de un musical, que es en realidad lo que es la película y que en ningún momento chirría, porque entramos perfectamente en ese mundo donde se pueden reconocer los peores defectos y las mejores virtudes de los seres humanos.

Chalamet, convertido ya en una gran superestrella tras protagonizar “Dune”, es el actor ideal para encarnar a ese proyecto del famoso chocolatero, más pobre que una rata, pero con grandes ilusiones y esperanzas. El director, que venía de triunfar con “Paddington”, sobre el papel no era el más adecuado para hacer una tercera adaptación de la novela de Dahl, pero se ha demostrado que ha superado con creces la aburrida apuesta anterior de Tim Burton, y que no desmerece en absoluto la primera adaptación de 1971. Es más, esta película de orígenes hace que comprendamos mucho mejor el universo de Willy Wonka y su fascinación por el chocolate y los aparatos mecánicos. No podemos olvidar tampoco la aparición estelar de los no menos famosos Umpa-Lumpa, en la piel de un Hugh Grant descacharrante que borda el personaje con un acento y modales british de lo más divertido.

Es sin duda la película de las navidades, en la que entramos fácilmente sin ningún esfuerzo y con la que disfrutamos a cada número musical, como si estuviéramos en el mismísimo Broadway neoyorquino. Una auténtica delicia, un bombón exquisito que nos hace volver a soñar desde el primer momento.

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Napoleón: más que una película, trozos de películas

Napoleón

Dirección
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Reparto
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Uno de los estrenos más esperados del 2023 ha sido la gran superproducción dirigida por Ridley Scott sobre uno de los personajes más importantes en la historia de la humanidad, Napoleón Bonaparte. Con un presupuesto de unos 200 millones de dólares y con la todopoderosa Apple para su llegada al streaming, se prevé que su estreno en redes aumente la versión de la película de las dos horas y media que tiene en su explotación en cines, hasta las casi 4 horas. Esto podría explicar que esta versión “cortada” resulte completamente deslavazada, como pequeños trozos de película más que una película en sí con un desarrollo argumental adecuado.

Al ser varios los trozos que vemos –situados cronológicamente hasta con subtítulos explicativos, que también están para presentar a personajes, cosa que no debería hacerse demasiado porque de otra manera, no funcionaría la narrativa cinematográfica…- existe una gran desigualdad entre ellos: hay momentos brillantísimos –como las batallas, ejemplarmente rodadas y contadas- y otros momentos que no están tan logrados, y que en algunos casos pueden estar rayando en la vergüenza ajena –si, aunque no queramos reconocerlo, Phoenix sobreactúa en algunos casos creando más que un personaje, una caricatura de Napoleón, viéndose sobrepasado casi en todo momento por una Vanessa Kirby esplendorosa como Josephine-. También me chirría un poco que un personaje como Napoleón, que creció en el ejército, que fue oficial y posteriormente general, que tenía que estar bregado en lo militar (siendo además de artillería) ¿Cómo es que se tapa los oídos cuando disparan los cañones?

¿Es una película grandiosa? Sin duda lo es, Scott es un auténtico especialista en crear grandes títulos enmarcados dentro de la historia, como “Gladiator”, “El Reino de los Cielos” o “Los duelistas” –esta última también centrada históricamente en las guerras napoleónicas-. Pero esa grandiosidad, transmitida con una producción increíble y un manejo de la realización impecable, no está presente en un mediocre guión de Scarpa, que no sólo omite históricamente momentos cruciales en la vida de Napoleón –como la invasión de España, que supuso la primera derrota sin paliativos del ejército más importante del mundo- sino que los “reinterpreta” a placer, como la famosa escena donde los cañones disparan contra las pirámides de Egipto, cosa que nunca sucedió.

Resulta inevitable pensar en la versión que Kubrick hubiera hecho de este personaje, y que hubiera sido sin duda la gran película de su vida: contrató a varios historiadores de varias nacionalidades para escribir un guión –que ya está escrito- y su grandeza ya se podía intuir en “Barry Lyndon”, que siendo más modesta que esta nueva visión de Scott sobre Napoleón, transmitía mucho mejor todo el entorno del siglo XVIII y XIX. Estoy convencido que Kubrick, un perfeccionista patológico, habría recreado un fresco mucho más acertado en su visión sobre el emperador francés, aunque si hay algo que esta película dirigida por Ridley Scott transmite con gran fidelidad: la obsesión por Napoleón por el poder, por la trascendencia, y por Francia, al igual que su tortuosa relación con Josephine. Y ya que hablamos de visiones en el cine (o televisión) sobre Napoleón, además de las clásicas “Desiree” o “Guerra y Paz”, no podemos olvidar la magnífica miniserie de cuatro capítulos creada en 2002 con Christian Clavier, Isabella Rosellini, Gerard Depardieu y Anouk Aimee, que no sólo era más fiel históricamente, sino que el director Yves Simoneau supo desarrollar magníficamente todo el complejo universo del personaje y su evolución personal, militar, política y sentimental. Todo un ejemplo.  

Hay algo que también me ha desconcertado un poco: el empleo de unos coros algo inapropiados en la banda sonora, que llegan a resultar ridículos y que no añaden nada a la épica que la película debe tener en algunos momentos. No obstante, y a pesar de todas estas pequeñas (o grandes ) taras, la película merece verse porque tiene un ritmo endiablado, y aunque no exista un hilvanado fino de la narrativa, Scott tiene la suficiente experiencia como director para no aburrir en ningún momento. 

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The Marvels: un delirio del fracaso

The marvels

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Siempre he sido un fanático irredento de los cómics. Tanto DC como Marvel han figurado siempre en mis librerías. De hecho, aunque sigo fascinado con Batman, el superhéroe más famoso del mundo y que pertenece a DC cómics, siempre preferí Marvel Cómics, porque Stan Lee y Jack Kirby (nunca lo suficientemente reconocido) apostaron más por una humanización de los superhéroes y te hablaban de figuras cercanas, por muchos poderes sobrehumanos que tuvieran: Spiderman era un adolescente problemático que sufría Bullying; los Xmen eran mutantes que a pesar de sus superpoderes y luchar por la humanidad, eran rechazados por olas de racismo; Iron Man era un niño rico con problemas de alcoholismo y Hulk no era sino un tímido científico al que no podía ver su suegro, el general Thadeus Ross –y mucho menos cuando se convertía en el gigante verde musculoso-.

El caso es que cuando Disney compró Marvel me eché las manos a la cabeza, por cuanto iba a suponer un descalabre en la compañía, que seguramente iba a despersonalizarla y convertirla en lo más banal e infantil del mundo –como Disney ya ha hecho con Pixar, con Lucasfilms, destrozando buena parte del legado de la historia del cine-. Bueno, pues todas mis terribles sospechas se han confirmado definitivamente con esta “Marvels”, desaprovechando todas las posibilidades argumentales que ofrecía el personaje de Miss Marvel –Carol Danvers- y que se podían entrever en la anterior película en solitario de la todopoderosa heroína que salvó a la humanidad de la amenaza de Thanos.

En esta ocasión, se dividen los poderes galácticos en tres personajes, además de la Danvers original. Parece que la tendencia woke que Disney sigue imprimiendo a sus producciones se ha trasladado a este trío de personajes, que aunque ya estaban presentes en el cómic original de toda la trama de Miss Marvel, no deja de resultarme chocante por cuanto Miss Marvel fue la quintaesencia de la superheroína de Marvel –como lo es Wonder Woman en DC-, con todas las características clásicas de rubia americana, y ahora se escinde para que las comunidades afroamericanas e hindúes también estén contentas con los personajes. Esa inclusión racial, a mí personalmente me resulta algo forzada, la verdad. El colmo de la banalización Disney es cuando llegan a un planeta en el que la gente se comunica… cantando!!!! Vamos, que llegan al planeta y es como su las películas Disney clásicas de dibujos animados de princesas y animalitos cantarines se hicieran realidad y todo el mundo en vez de hablar y moverse, canta y baila, pero con personajes reales. Un delirio auténtico.

En cuanto al desarrollo de la trama, a pesar de estar presentes las razas Kree y Skrulls, aparecen personajes secundarios que en el cómic original no tienen presencia o importancia alguna, pero que por interés en la producción ahora resultan de capital importancia. También recuperan personajes como Nick Furia y toda la organización Shield, que protege al planeta tierra de amenazas extraterrestres y demás. Pero el problema es que no alcanzan un tono concreto, sino que saltan de uno a otro sin tener demasiada coherencia, añadiendo además chistes fáciles y bromas que no encajan demasiado en la trama.

La mala respuesta comercial (y por supuesto, de crítica) ha sido un indicativo que se ha llegado a un nivel en que ya no se puede aprovechar más este filón comercial, y mucho tendrán que cambiar las cosas para hacer rentables nuevamente las adaptaciones Marvel/Disney a la gran pantalla sin que supongan más que un enorme anuncio de merchandising. 

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