> Canal de Cine Federico Casado Reina: 12/01/2016 - 01/01/2017

Passengers: Banalizar la historia

Passengers

Director
Guión
Jon Spaihts
Música
Thomas Newman
Fotografía
Rodrigo Prieto
Reparto


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A todos nos gustan los grandes espectáculos. Mucho más si están protagonizados por dos estrellas guapas, jóvenes, exitosas y con talento. Si encima homenajean a clásicos del cine como "2001, una odisea del espacio" o "El Resplandor" y para colmo todo ello está narrado en clave de ciencia ficción, pues estamos ante un producto más que apetecible. Entonces ¿qué ha pasado, por qué Passengers, de haber sido un título más que interesante se ha convertido en algo olvidable, trivial, casi secundario? Pues por la banalización de la historia. Por preferir una blandengue historia de amor a lo que podría haber sido una (dura) historia de superación personal, tanto a nivel individual, como a nivel de pareja.

El futuro. La colonización sideral a través de cruceros de lujo en naves espaciales automatizadas y perfectamente estudiadas y diseñadas para que sus tripulantes lleguen a un planeta a millones de kilómetros después de estar hibernados durante ciento veinte años. Pero en ese perfecto orden, resulta que un accidente provoca que uno de sus viajeros despierte 90 años antes de llegar a su destino, con lo que si no consigue volver a dormir, morirá sólo en una nave en medio del espacio. Este sugerente planteamiento, que arranca con fuerza y con recursos suficientes como para estirar la historia lo suficiente, llega a flojear hasta tal punto que se convierte en tedioso, monótono, aburrido.

Precisamente Kubrick supo sacarle todo el partido al aislamiento tanto en "2001, una odisea del espacio", como en "El Resplandor", título que menciono por la referencia al camarero que "veía" Jack Torrance en uno de los salones del hotel Overlook y el camarero cyborg que atiende al protagonista de Passengers: ese aislamiento, que hace que pierdas los papeles, que te vayas convirtiendo en otra persona, que pone en entredicho tu propia salud mental, es un recurso maravilloso para hacer crecer los personajes, para hacer evolucionar una historia... pero también es caramelito envenenado en el sentido que, si se maneja mal -como ha pasado en esta película- llega a ser un soberano peñazo.

El director noruego Morten Tyldum, que nos dejó muy buen sabor de boca con la irregular pero interesante "Imitation Game", con un esplendoroso (como siempre) Benedict Cumberbatch, ahora parece no tener el pulso suficiente como que para la historia escrita por Jon Spaiths -del que  me gustaron los guiones de "Prometheus" o "Dr. Strange"- se mantenga a tope de interés. Desaprovechar una actriz como Jennifer Lawrence, tanto en su vertiente comercial -es la protagonista de varias exitosas franquicias como "Los Juegos del Hambre" o "Xmen"- como en su vertiente actoral -recordemos, ganadora de un Oscar por "El Lado bueno de las cosas" y de un Globo de Oro por "Joy: el nombre del éxito"- es poco menos que un despropósito. Lo que podría haber sido un acicate para que el musculoso anodino de Chris Pratt remontara el vuelo en su trayectoria de actor más "serio" se ha quedado en agua de borrajas, convirtiendo lo que podría haber sido una intensa historia en una tragicomedia romántica con toques new age realmente malos.

Un envoltorio de lujo, en todos los aspectos, para llegar a una historieta facilona, olvidable, previsible, ramplona, convirtiendo en banal lo que podía haber sido profundo. Como el espacio, como la vida, como el amor.

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Assassins Creed: Sencillamente, sobra


En la industria del entretenimiento, los videojuegos han superado con creces al mundo del cine en facturación e incluso en influencia popular. Nombres como los de "Call of Duty", "FIFA", "Uncharted", "GTA", o por supuesto, "Assassins Creed" tienen ya mucha más importancia en el ocio de millones de personas que cualquier película que se estrene en una sala de cine. En la transversalidad que Hollywood ha intentado una y otra vez a la hora de llevar a las películas los videojuegos -que, en muchos casos, tienen la tradición cinemática y narrativa del cine...- no ha habido prácticamente ningún buen resultado, a pesar de las muchas adaptaciones.

Quizás la clave sea en que todo lo que nos tienen que contar, ya nos lo han contado. No sirve el antiguo argumento que a nivel de guión los videojuegos son inferiores al cine: cualquier título desde hace ya muchos años tiene los suficientes recursos dramáticos para conformar una historia. Además, con el componente añadido en que el protagonista de todo eres tú, de manera activa y no como un simple observador externo, una tercera persona que simplemente mira la acción. No. Ahora tú eres parte de la acción, y de ahí el gran éxito de el ocio cibernético, que es capaz de llevarnos a pilotar un fórmula uno, a hacernos luchar en cualquier guerra conocida por la humanidad (o no), pilotar un caza de combate de última generación en territorio enemigo, manejar una nave espacial en lo profundo del cosmos, enfrentándonos a civilizaciones extraterrestres, exterminar una plaga de demonios interdimensionales o planificar una estrategia empresarial. Todas estas experiencias, todas estas vidas, que tanto intentaron hacernos vivir autores como Alejandro Dumas o Miguel de Cervantes, ahora podemos experimentarlas en primera persona, y con una sensación de realidad tal que es algo inédito hasta ahora en la historia de la humanidad.

Más allá de los condicionantes sociológicos (y psicológicos) de los videojuegos, ahora nos centramos en la versión cinematográfica de uno de las producciones electrónicas de mayor éxito de la historia, en la que un particular asesino profesional ha de enfrentarse a las más peligrosas situaciones, ayudado por su entrenamiento acrobático, sus armas y su rapidez. Un background que ya conocemos de sobra los que hemos jugado a este videojuego (el animus, la memoria genética, el salto de fe...) pero que ahora al trasladarlo a la gran pantalla queda bastante desvaído, bastante lejano para el espectador: es esta una historia pensada para que el contexto sea un mero decorado para la acción, y en la película se hace justo lo contrario: es el contexto -la España inquisitorial de 1492- lo más importante, y la acción pasa a un segundo plano.

La ambiciosa fórmula sencillamente no funciona, ya que el esfuerzo de los guionistas no consiguen hacernos entrar en lo que debería ser un apasionante viaje por una de las épocas más fascinantes de la historia de la humanidad. Y desaprovechan miserablemente el recurso de la dualidad entre el protagonista en la actualidad y en su versión remota de Assassins. Todo queda como muy falso, como muy ridículo, como muy lejano. Demasiado lejano.

Pero lo más ridículo, lo más penoso es ver a Fassbender y a Cotillard, prácticamente los dos actores más de moda en el panorama internacional, intentando salvar sus propios personajes. Incluso la solidez de un grande como Jeremy Irons también está fuera de la historia. Me pregunto una y otra vez qué ha pasado con la calidad de un director como Kurzel -que me maravilló con su anterior película, una versión lucidísima de Macbeth, también con el mismo dúo protagonista- a la hora de afrontar este proyecto. De acuerdo que la factura es brillante, que la producción -con el fondo de nuestra querida Sevilla, Giralda incluida- es espectacular. Que la banda sonora también es magnífica... pero recordemos que todo eso ya está en los videojuegos, que han llegado a utilizarse -en el caso de la aventura en Venecia- en las facultades de arquitectura para ver el plano de las ciudades, y en las facultades de historia y sociología para ver las costumbres y vida de los personajes en esas épocas (revolución francesa, conquista de américa, etc.).

Es, sencillamente, una película que sobra, porque lo que vemos, ya lo hemos visto en los videojuegos. Y mucho mejor, porque además no es que lo veamos, es que somos los protagonistas. 

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Vaiana: La vuelta de las (neo) princesas Disney

Vaiana
Director
Guión
Jared Bush (Historia: Ron Clements, John Musker, Chris Williams, Don Hall, Pamela Ribon, Aaron Kandell, Jordan Kandell)
Música
Opetaia Foa'i, Mark Mancina, Lin-Manuel Miranda
Fotografía
Rob Dressel, Adolph Lusinsky
No hace demasiado tiempo, parecía que la división de animación de Disney estaba casi a punto de desaparecer; aunque no fue así -entre otras cosas, por su reconversión cuando compraron Pixar...-, se dijo que estaban un poquito ya hasta las narices de princesas y de números musicales. Pero aunque títulos como "Bolt" o "Rompe Ralph" alcanzaron cotas interesantes en los filmes de animación, no daban con la tecla, y al final volvieron por sus fueros con "Enredados" o "Frozen"; ésta última en 2013 consiguió revivir todo el universo de magia y princesas por la puerta grande.

Ahora han intentado volver a los elementos más clásicos de la mano de dos genios como John Musker y Ron Clements, creadores entre otras películas de "La Sirenita", "Aladdin" o "Hércules" y la verdad es que estamos ante un producto bien diseñado, precioso en su concepción visual y espectacular en sus números musicales. Además de toda esta parafernalia estética, que es preciosa, el argumento tiene un ramalazo ecologista muy bien encajado dentro de toda la mitología de la Polinesia y de Hawai: la hija de un jefe de una tribu (ella insiste en que no es una princesa, haciendo un guiño al propio universo Disney) tiene que devolver a la madre tierra -ahí es nada...- una piedra mágica que robó hace siglos un travieso semidios, Maui. Elegida por el océano mismo, se embarcará -nunca mejor dicho- en una apasionante aventura que la llevará a buscar al propio Maui para que la ayude a conseguir su heroica gesta para salvar a su pueblo...

Quizás es que las traducciones al español no están tan bien "pulidas" como en otros musicales animados de Disney, o que hay que tener unas buenas tragaderas para meterte en la mitología religiosa de la Polinesia... pero sobre el papel la historia no me interesaba un pimiento. Es cierto que una vez arrancada la historia tiene momentos muy logrados, tanto a nivel emotivo como a nivel cómico -sobre todo por el indescriptible personaje de un pollo, que acompaña a la protagonista como un polizón en su barca...- y que la animación es la mejor que jamás he visto en el cine -con una recreación prácticamente real del agua, de la arena, el pelo... increíble, de verdad-, pero al personaje principal, Vaiana, le ha pasado lo mismo que a Lilo (que también era Hawaiana): está demasiado enfocado a los niños. A pesar de ser una adolescente problemática que busca su lugar en el mundo y decide explorar más allá de su pueblo (y su isla), al final el desarrollo de toda la historia es demasiado infantil. Un planteamiento de quinceañeros, pero articulado como si fuera para niños de ocho años. Y lo cierto es que el público infantil disfruta de lo lindo con la película, aunque no así sus padres y el resto de espectadores de mayor edad (siempre voy a ver comedias y películas Disney con la sala llena, para ver la reacción del público).

Resulta curioso cómo "Lilo y Stitch" -otra película de animación Disney ambientada en Hawai- no funcionó demasiado bien precisamente por no tener la capacidad de cautivar más allá del público infantil, pero ahora "Vaiana" parece haberlo conseguido, recaudando una millonada en USA y situándose como líder de la taquilla española por segunda semana consecutiva.

Ahora las princesas no son tan princesas, ni tan rubias, ni tan perfectas: son contestonas, vivarachas, atípicas, y no se arrugan ante ningún problema que se les presente. Seguro que otro elemento a tener en cuenta para diseñar esta neo princesa Disney es que el actual presidente de los Estados Unidos (ya saliente) es precisamente hawaiano, y es que parece que han vuelto a acertar, reinventando la fórmula para conseguir una película atractiva, musical, que respete los cánones clásicos Disney, pero que añada elementos socialmente más avanzados. Desde la Rapunzel de "Enredados" hasta la Elsa de "Frozen", ya la cosa ha cambiado de lo lindo, y lo de estar en la torre esperando al príncipe azul ya no funciona... ahora la princesa va en una barca por el océano, demostrándole a sus padres que puede salvar el pueblo, salvando además el océano, con un innegable toque argumental (y ya no digamos estético) al "Avatar" de James Cameron (y por supuesto, al ser hecho de agua de "Abyss", del mismo director, y que hereda lo mejor de los personajes "humanizados" de Disney, como la alfombra de Aladdin). 

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Rogue One (Una historia de Star Wars): Otra buena ración

Rogue One
(Una historia de Star Wars)



Director
Guión
Chris Weitz, Tony Gilroy (Historia: John Knoll, Gary Whitta; Personajes: George Lucas)
Música
Michael Giacchino
Fotografía
Greig Fraser
Reparto

Fiel a la cita navideña, Disney ya tenía preparadas sus dos flamantes franquicias para hacer caja a base de bien: por un lado "Vaiana", una vuelta a los cánones clásicos de las neoprincesas Disney que implantaran en su día John Muskers y Ron Clements con "La Sirenita", ambientada en esta ocasión en las islas del sur del Pacífico hace 2000 años, y por el otro lado una nueva ración de Star Wars, a través de un "spin-off" (en castellano el término más apropiado es el de "derivado", una película que nace como extensión de otra anterior, sin seguir exactamente su argumento...), que cuenta la historia del grupo de espías que consiguieron los planos de la Estrella de la Muerte, la terrible arma que el Imperio creó, y que la alianza rebelde se cargó en el episodio IV de la saga Star Wars (o sea, la Star Wars original de 1977).

Tras la controversia del anterior episodio de la franquicia (o sea el VII, titulado "El despertar de la fuerza", que tenía tanto seguidores como detractores...), donde se continuaba la cronología original, ahora han sido algo más inteligentes y han intentado renovar la franquicia trayéndonos una especie de sucedáneo de la saga, que no encaja exactamente en el corsé que le han implantado a todas las películas ya que no está exactamente el equipo "oficial" que hasta ahora había hecho las películas (ni John Williams, ni los guionistas habituales, ni siquiera J. J. Abrams, que ha tomado el timón de las nuevas películas...) intentando realizar una renovación, aunque por supuesto, se respeten todos los cánones y la coherencia argumental de Star Wars. ¿El Resultado? Pues al principio algo decepcionante, pero a medida que avanzaba, confieso que me hizo disfrutar bastante. No ya por la originalidad (al final, si el Episodio VII era un calco del Episodio IV, Rogue One es un calco de Episodio VI -o sea, "El Retorno del Jedi"-; sólo han faltado los Ewoks...) sino por la solidez, el buen hacer y la efectividad y realización de un producto que no tiene complejos en tirar del éxito en la fórmula que ha tenido la franquicia. Y la verdad es que funciona.

Igual que hay elementos argumentales que chirrían algo y que están básicamente enfocados a los más pequeños, llegando incluso a resultar ridículos (esa plegaria a la "fuerza" que hace un personaje invidente es chirriante a niveles estratosféricos) en general los personajes están bien trazados y pueden encajar bien en este universo, que cronológicamente tiene una ubicación muy concreta (justo antes que la princesa Leia sea capturada por Darth Vader y envíe a los androides R2D2 y C3PO al planeta Tatooine). Incluso hay personajes como Galen Erso (el creador de armamento del Imperio, interpretado por el inmenso Mads Mikkelsen) o el general Orson Krennic (el militar que comienza teniendo el mando de la Estrella de la muerte y que se lo arrebata el Gran Moff Tarkin -¡¡¡un fantásticamente resucitado digital Peter Cushing!!!-, interpretado por Ben Mendelsohn) que añaden notas interesantes a la trama. Resulta, no obstante, un poco frustrante que con tantos elementos disponibles (el universo expandido de Star Wars en libros, cómics, videojuegos, etc.) se hayan decidido a tomar este camino argumental quizás tan poco gratificante.

Me ha sorprendido bastante que un realizador tan mediocre como el británico Gareth Edwards (cuyos créditos más relevantes como director son "Godzilla" y "Monsters"...) haya sido capaz de crear una película con un final tan espectacular, de gran ritmo, épica y eficacia (eso sí, insisto en que en buena parte es un plagio de la secuencia de Leia y Luke en la Estrella de la Muerte y todo el ataque de la luna de Endor para quitar el blindaje deflector y simultáneamente, la batalla galáctica de los rebeldes con los cazas de combate y destructores imperiales -¡¡¡hasta aparece un primo del Almirante Ackbar!!!-). El guión en general es bastante respetuoso con toda la historia original de George Lucas e intenta articularse -a veces sin conseguirlo, sobre todo en el arranque, que me parece bastante lento y pesado- como una película bélica sin más. Probablemente si se hubieran desligado más de toda la saga, habría estado mucho mejor, pero,  claro, la Disney no va a dejar que la gallina de huevos de oro deje de poner huevos, y si se están haciendo de oro tal y como lo están haciendo... los experimentos, con gaseosa.

O sea que aunque la película esté bien, funcione, te haga sentir las mismas sensaciones (o casi, porque ya no es nada original, claro, y no es lo mismo...) de siempre, no es más que otra ración generosa de Star Wars. De la fuerza, del Imperio, de los lásers, de los androides, de los X-wing, los acorazados imperiales, los Tie-fighters, los soldados de asalto y la madre que los parió. Lo de siempre, la ecuación perfecta que tantas veces han soñado los ejecutivos de Hollywood, o sea, vender lo que ya se ha demostrado que ha tenido éxito, una y otra vez. Hay un poco de hartazgo en el planteamiento, es como ir a comer siempre al mismo restaurante y que siempre te pongan ese plato que tanto te ha gustado: cuando lo llevas haciendo un mes cada semana, acabas un poquito hasta las narices. Bueno, pues imagínate si llevas haciendo desde hace casi 40 años. Por muy bueno que esté el filete, ya te lo conoces de memoria, y poco (o nada) puede aportar a tu paladar.

Resulta paradójico que un músico tan excelente como Michael Giacchino quizás sea lo peor del film, ya que aunque intenta utilizar el material previo del gran John Williams, no consigue llegar a su nivel y queda todo un poco deslabazado, como insuficiente. Le falta épica (y fíjate que lo ha conseguido en las partituras de "Star Trek"...). Quitando esa repetición y homenaje literal en muchos casos, es de agradecer el encaje con curiosos detalles dentro de la saga (los diseños visuales, el argumento muy bien continuado, etc.) y el ritmo que tiene el film (insisto, sobre todo en el final). Así que los seguidores incondicionales de "Star Wars" pueden estar de enhorabuena porque se ha superado a la anterior película, y quedarán bien hartos con esta nueva ración. Aunque sea el mismo filete...pero con una salsa (un poco) diferente. 

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El presidente de Disney habla de las películas que veremos tras el 'Episodio IX'

'Rogue One: Una historia de Star Wars' ha abierto las puertas de un nuevo camino para la saga intergaláctica creada por George Lucas. En cuanto se estrene el largometraje protagonizado por Felicity Jones y se analicen las cifras de recaudación que ha conseguido la primera historia desligada de los Skywalker, es muy posible posible que el futuro de 'Star Wars' continúe por la senda de los spin-offs.
Ha sido inevitable que el debate estuviese presente en la premiere mundial de 'Rogue One' en Estados Unidos, donde más que nada los periodistas buscaban confirmar cuáles son los proyectos que Disney tiene pensados tras el estreno de 'Star Wars: Episodio IX' en 2019. La presidenta de Lucasfilm, Kathleen Kennedy, ya habló sobre el tema recientemente cuando dijo que pensaban en, tal vez, sólo hacer películas independientes más allá de la reciente trilogía, aunque será en el mes de enero de 2017 cuando verdaderamente se paren a hablar sobre el tema, con los datos de 'Rogue One' sobre la mesa y el rodaje del 'Episodio VIII' terminado.

Ahora, es el presidente de Disney, Bob Igen, el que se ha referido al futuro de la franquicia en la premiere de 'Rogue One', a través de unas declaraciones en vídeo que ha ofrecido Variety desde su perfil de Twitter. "Hemos hecho 'Star Wars VIII', la hemos rodado. En algún momento anunciaremos el título y se estrenará en 2017", ha explicado Igen con respecto a la siguiente cinta de la trilogía para a continuación, hablar más específicamente de los spin-offs que prepara la compañía: "Entonces tendremos otra película independiente, los orígenes de Han Solo, que verá la luz en 2018. 2019 será para 'Star Wars IX', con el director Colin Trevorrow. Se está escribiendo.También tenemos otro standalone de Star Wars que está en desarrollo".
Hasta aquí, todo correcto. Es el calendario de estrenos de 'Star Wars' que a principios de 2016 conocimos, con los proyectos que tiene pensados realizar Disney si todo va como debe en taquilla y en el que se apuntaba que el tercer spin-off de la saga se centrará en el personaje de Boba Fett. ¿Qué hay de los próximos proyectos aún sin confirmar? Bob Igen ha explicado al respecto que "no tenemos ninguna otra película específica que compartir con el mundo ahora mismo, pero puedo garantizar que habrá más películas de 'Star Wars'".

¿Un camino incierto?

La ambigüedad con la que ha respondido el presidente ejecutivo de Disney no termina de aclarar si se continuará con el tipo de largometrajes que se iniciaron con 'Star Wars: Episodio IV - Una nueva esperanza', o si por el contrario, a partir de 2019 se dará carpetazo a los Skywalker y la franquicia se centrará únicamente en películas independientes.
A ello se suma también los rumores que apuntaban a que el spin-off de Han Solo, protagonizado por Alden Ehrenreich, se convertiría en una trilogía en torno a la versión rejuvenecida del cazarrecompensas ya que el actor podría haber firmado un contrato por tres películas. 

Hasta el último hombre: El mejor cine clásico para glorificar al héroe

Hasta el último hombre
Director
Guión
Robert Schenkkan, Randall Wallace, Andrew Knight
Música
Rupert Gregson-Williams
Fotografía
Simon Duggan
Reparto
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Con sólo cinco películas como director ("El hombre sin rostro", "BraveHeart", "La Pasión de Cristo", "Apocalypto", y ésta que nos ocupa...) Mel Gibson se ha convertido en el indiscutible heredero del mejor cine clásico, ese que sabe contar un relato de forma épica y grandiosa (que no grandilocuente), que consigue emocionar, que no te deja moverte del sillón desde que te sientas, en definitiva, que sabe articular y conjugar una historia en imágenes como los grandes maestros de la historia del cine. Gibson además tiene la (rara) cualidad de utilizar con gran efectividad -cada vez mejor, además...- recursos que en manos de otros directores resultarían pedantes, inapropiados o tópicos -cámara lenta, fanfarrias con la banda sonora, planos preciosistas-; ha conseguido destilar aún más su estilo y ha creado una verdadera maravilla que funciona como una máquina de relojería perfecta. No sobra ni falta nada, y nos regala lo que toda película bélica debe tener: un relato potente, una reflexión sobre la violencia, imágenes inolvidables -y en este caso, trufadas de la mejor épica cinematográfica- y unos personajes que te dejen marcado. Probablemente desde "Senderos de Gloria" de Kubrick no se haya realizado una película bélica tan redonda.

Pero lo más importante es que en las más de dos horas que dura la proyección de esta cuasi biografía, no tenemos tiempo casi ni de pestañear, con lo que aún es más meritorio; afrontar la vida de un personaje real y sacar lo mejor de la historia para conformar un relato apasionante es una tarea casi imposible, aunque Gibson ya lo ha hecho casi con todas sus anteriores películas. Y en todas ellas el núcleo central de la historia es un héroe: ese héroe que se enfrenta a todo lo que le viene encima con orgullo, pasión, determinación y agallas, sin que nada ni nadie pueda pararlo. Da igual que sea el William Wallace de "Braveheart", el carpintero galileo -Jesús- de "La pasión de Cristo", el indígena que se enfrenta a otra tribu en "Apocalypto", o el objetor de conciencia Desmond Doss, en primera línea de la batalla de Okinawa en "Hasta el último hombre". Héroes que las tienen todas en contra y aún así, consiguen sorprender a todos y conseguir su objetivo.  

Imagínense el panorama: un convencido pacifista y acérrimo creyente, que decide que jamás va a tocar un arma, resulta que se alista en el ejército norteamericano en plena Segunda Guerra Mundial. Con el cargo de sanitario, va hasta el frente y consigue lo que prácticamente nadie hace en la guerra: salvar vidas. Mientras otros van con sus fusiles, granadas y ametralladoras, Doss fue con una camilla, medicamentos y gasas. Y nadie hizo más en la batalla que él, que llegó a conseguir la medalla de honor del congreso al salvar a 75 hombres en una de las batallas más cruentas de todo el enfrentamiento del ejército norteamericano con el japonés, en las islas Ryukyu.  

Esa es la premisa argumental, que sin duda es sugerente. Pero la grandiosidad de Gibson como director consigue glorificar al héroe protagonista y a la postre, a toda la historia. "Salvar al soldado Ryan" es una referencia innegable tanto estética como referencialmente -el guión de Robert Rodat para la cinta de Spielberg hace referencia al caso real de los cuatro hermanos Niland, y la cinta de Gibson al caso real de Desmond Doss-, aunque en muchos elementos, la supera: todos coincidimos en que el arranque de "Salvar al Soldado Ryan" había sido hasta ahora la mejor batalla de la Segunda Guerra Mundial jamás rodada en la historia del cine... pero Gibson no solo ha conseguido igualarla, sino superarla en muchos sentidos. Además de rodar varias escenas de guerra absolutamente salvajes, crueles, sangrientas y espeluznantes -toda una paradoja, al contar la historia de un pacifista...- con un virtuosismo que ya lo quisieran para sí Fuller, Peckinpach o Ford, añadiendo encima un toque "gore" que además no chirría en ningún momento- la película no se queda ahí, ya que en otros momentos consigue emocionarnos con un lúcido relato sobre la convicción de ser pacifista al enfrentarse a una problemática familiar, y una maravillosa historia de amor a la que no le sobra ni un punto de almíbar, ni le falta un gesto de amargura. Incluso las concesiones religiosas aparecen en la cinta, y los homenajes a los personajes reales también nos lo tragamos gustosos, al estar perfectamente encajados en la historia, independientemente de nuestra ideología.

Una obra magna la que ha creado Gibson, que más allá de la polémica de sus declaraciones profesionales y políticas en las que no entraremos, ha supuesto su mejor película hasta ahora como director, y ya es por derecho propio todo un clásico no ya del cine bélico, sino de toda la historia del cine. De diez. 

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Bertolucci aclara la polémica sobre la escena de 'El último tango en París'

La polémica sobre la escena sexual de 'El último tango en París' ha provocado tal ola de indignación y, sobre todo, desinformación, que el propio Bernardo Bertolucci ha lanzado un comunicado donde matiza sus declaraciones de hace tres años y en las que aclara el punto más relevante de la controversia, Maria Schneider sí conocía la violencia de esa escena. El cineasta ha aclarado sus palabras y ha especificado que lo que indignó a la actriz fue "el uso impropio" de la mantequilla, algo de lo que no se le informó antes de rodar la secuencia.
El último tango en París

Ha sido en un comunicado oficial en el que el realizador de 'El último emperador' y 'Soñadores' ha aclarado el caso sobre la polémica escena y rechaza las informaciones que apuntaban que la violación mostrada en la cinta era real o que la actriz desconociese que iba a rodar una agresión sexual. "Quisiera aclarar, por última vez, el ridículo error que sigue alrededor de 'El último tango en París' en medios de todo el mundo", explica.
El cineasta continúa: "Hace unos años, alguien de la Cinémathèque Française me preguntó por los detalles de la famosa escena de la mantequilla de Marlon Brando y Maria Schneider, aunque quizás no fui lo suficiente claro, que decidí no comunicarle a Maria el uso de la mantequilla en la escena. Busqué que tuviese una reacción espontánea a un uso tan impropio. Hay personas que han creído que ella no estaba informada de que, en la escena, iba a violarla. Eso es falso. Maria lo sabía de antemano porque leyó el guión y ahí todo estaba descrito".

"La escena estaba prevista"

"Lo que sí varió respecto al guión sobre la idea de la mantequilla. Eso fue lo que ofendió mucho a Maria, según supe varios años después. A Maria no le molestó la violencia mostrada en la escena, puesto que estaba prevista", explica. Además, el realizador habla sobre la gente que cree que la escena es real, "consuela a la par que aflige que aún haya personas que sean tan naif que crean que lo que se ve en el cine esté sucediendo de verdad. Desconocen que, en el cine, el sexo es la mayor parte de las veces ficción y probablemente crean que John Wayne cuando disparaba a un enemigo, era real", termina.
El último tango en París

En el vídeo de las declaraciones, que filtró un blog en castellano durante el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el cineasta fue muy ambiguo en sus declaraciones, en las que comentaba que no le dijo "lo que iba a suceder" porque quería "ver su reacción como chica, no como intérprete" y que reaccionase "al acto de humillación, que sintiese los gritos".
La actriz, que después de la película trabajó con reconocidos cineastas como René Clément, Micheangelo Antonioni, Jacques Rivette, Luigi Comencini o Josiane Balaskoy con actores de la talla de Jack Nicholson, Geraldine Chaplin, Gérard Depardieu o Lucia Bosé, declaró en 2007 lo desagradable que fue filmar esa escena"Debí haber llamado a mi agente o tener a un abogado presente en el set, porque no puedes obligar a alguien a hacer algo que no está en el guión, algo que no sabía. Marlon que me dijo que no me preocupase, que era sólo una película, pero durante esa escena, incluso sabiendo que no era real, lloraba de verdad. (...) Me sentí humillada y, para ser honesta, un poco violada, tanto por Marlon como por Bertolucci. Después de la escena, Marlon no me consoló ni pidió disculpas. Afortunadamente, sólo fue una toma".

Schneider fue amiga de Marlon Brando en los años posteriores

Sobre si era real o no la escena, la actriz, fallecida por un cáncer en 2011, en la misma entrevista comenta: "Por supuesto que no. No había atracción entre nosotros. Para mí, él era como una figura paterna y yo era como una hija para él. Me dijo una vez que le recordaba a su hija Cheyenne por mi cara. Además, me dio varios consejos sobre la industria cinematográfica. Hemos seguido siendo amigos hasta el final, aunque hubo una época en la que no hablábamos sobre la película. Pero, sin duda, la mejor experiencia que tuve en el rodaje de 'El último tango en París fue filmar con Marlon".
El último tango en París

Schneider no tuvo más relación con Bertolucci, aunque sí con Marlon Brando, al que la actriz consideró un amigo y con el que mantuvo el contacto hasta la muerte de éste en 2004. De hecho, en 2001 Schneider habló ya sobre su interpretación en la película y consideró que "no estaba preparada" para enfrentarse a ese tipo de papeles. "'El último tango en París'... mi primer papel importante. Fue una coincidencia total. Los protagonistas iban a ser Dominique Sanda y Jean-Louis Trintignant pero ella se quedó embarazada (...) Me arrepentí de mi elección ya que era el comienzo de mi carrera debía haber sido más dulce y tranquilo. Para 'Tango' no estaba preparada. La gente me relaciona con un personaje que no era yo, con mantequilla, cerdos viejos... Incluso Marlon Brando, con su carisma y clase, se sintió un poco violado y explotado por la película. La rechazó durante años, y yo lo sentí doblemente".
Las ambiguas declaraciones de Bertolucci provocaron una ola de indignación que llegó hasta la industria de Hollywood. La actriz Jessica Chanstain comentaba que "todas aquellas personas que aman la película" están "viendo cómo una joven de 19 años está sufriendo abusos sexuales de un hombre mayor de 48 años" y afirmaba que "el director planeó el ataque"El actor Chris Evans pidió que se encarcele a Bertolucci. En redes sociales ha habido voces pidiendo la prohibición de la películay una petición en Change.org para exigir a la Academia de Hollywood y Bertolucci una disculpa pública.

Animales Nocturnos: Ya hay un David Lynch, gracias

Animales Nocturnos
Director
Guión
Tom Ford (Novela: Austin Wright)
Música
Abel Korzeniowski
Fotografía
Seamus McGarvey
Reparto
No quiero parecer pedante, pero me parece apropiado empezar esta crítica con la explicación de lo que en Psicología se denomina "efecto halo", y que consiste en una generalización de la percepción de una persona en base a una sola característica, por ejemplo, si alguien es guapo, pues también le atribuimos que pueda ser simpático, listo, etc. Y si hace bien una cosa, pues generalmente también puede hacer bien otras. Por supuesto que también funciona en negativo, y muchas veces somos injustos cuando etiquetamos un rasgo no favorable en alguien y terminamos generalizándolo al resto de su perfil.

Tom Ford es un verdadero genio del diseño, la comunicación y la mercadotecnia: consiguió volver a hacer rentable la marca "Gucci", y de estar en la más absoluta ruina, ahora es una empresa con un valor aproximado de 4300 millones de dólares. Ford además ha formado parte del departamento de diseño y comunicación de Yves Saint Laurent, y ha fundado su propia marca de moda, abarcando complementos y exquisita ropa de marca. Hasta ahí todo bien. Ford además de ser millonario, joven y guapo, es uno de los personajes que siempre está en el candelero en la cultura americana. Incluso hizo una película razonablemente buena protagonizada por Colin Firth "Un hombre soltero", que basada en la novela de Christopher Isherwood narra la compleja historia de un profesor británico y homosexual que tiene que adaptarse socialmente cuando su amante muere, en el Los Angeles de 1962.

Pero, si es tan fashion y lo hace todo tan bien en el mundo de la moda... ¿también lo hace en el mundo del cine? Pues no oiga, no. Si en su primera película le dábamos un aprobado por su acercamiento respetuoso a un mundo que no era el suyo, con comedimiento y relativa eficacia (como productor, guionista y director, oiga...) en su segunda película se ha destapado ya todo su egocentrismo, creyéndose el mismísimo David Lynch, y fracasando estrepitosamente. Porque su segundo film es un auténtico peñazo: lento, aburrido, soporífero, y lo que es peor, con un guión demencial que no rescata ni de lejos la complejidad de la novela de Austin Wright. Si Ford puede ser un realizador aceptable, como guionista es realmente espantoso, a tenor de su segunda película. Porque si en su primera película como guionista contó con la ayuda de David Scearce, ahora ya salta solo al ruedo. Y le ha cogido el toro de lleno.

¿Que de qué va la película? Eso mismo me pregunto yo. Mira que entré contento en la sala al saber que la divina Amy Adams era la protagonista... pero es que de verdad, a esta película no hay por donde cogerla: el arranque cuenta la historia de una galerista de arte que recibe el manuscrito de una novela escrita por su exmarido, en medio de su lujosa y tediosa vida con su segundo marido, un guapo y apuesto médico que pasa totalmente de ella. A partir de entonces, los flashbacks de la vida de la protagonista con su primer marido, con su segundo marido, y con la historia que cuenta la novela, se irán sucediendo de una forma bastante confusa y caprichosa, llegando a resultar tan desconcertante, que terminas por desconectar de una historia que para colmo tiene un desarrollo deficiente y un final que al fin y al cabo, está acorde con el resto de la película y que solo se puede calificar de una forma: decepcionante.

Ford, que ha decidido que ahora su principal objetivo es el mundo del cine, debería seguir con sus exitosos negocios de moda y diseño y dejar a los profesionales de la ficción audiovisual hacer sus productos, porque sinceramente, sus producciones cinematográficas dejan bastante que desear. Estoy seguro que si David Lynch se metiera a diseñar gafas o perfumes no tendría el éxito que tiene cuando dirige películas. Pues lo mismo le digo al Sr. Ford: ya hay un David Lynch, un señor que ha reinventado la narrativa cinematográfica y televisiva, con una fascinante capacidad narrativa visualmente surrealista. Los infantiles e inocentes intentos de Ford a la hora de epatar al espectador con secuencias atrayentes en cuanto a la producción y fotografía y en cuanto al desgarro interpretativo (el pobre Jake Gyllenhaal se lleva media película llorando sin parar -y lo que es peor, sin motivo aparente- y la otra media gritando por no haber hecho algo que incomprensiblemente, no ha hecho ¿¿¿???) no consiguen absolutamente nada. Bueno sí, que tengamos claro que lo suyo no es el cine, sino la moda. Y repito: que ya hay un David Lynch, hombre... 

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